El misterio de los empampados
Un archivo familiar nos revela la historia de unos empampados.
Puede decirse que los empampados son personas fosilizadas en el desierto. Buscaban sin brújula algún destino. A la mayoría los dejó el tren; otros quedaron en un acantilado entre el desierto y el mar.
El caso más célebre es del empampado Riquelme, que inspiró la magnífica novela de no ficción de Francisco Mouat.
Otro caso interesante es el que narra el inspector de la policía, Lázaro Araya, en sus memorias. Araya combatió en la Guerra del Pacífico, en las batalles de Chorrillos y Miraflores, y luego echó raíces en Iquique. Posteriormente, sus descendientes se trasladaron a Antofagasta. Su familia nos facilitó este apasionante texto y la fotografía sobre unos empampados en una playa al sur de Iquique. El texto está escrito en el español que se utilizaba a principios de siglo XX, por eso la i latina o la s por la x.
Dos comisiones partieron a la llamada caleta "Los Gringos" con el fin de traer los restos encontrados en ese lugar. Una salió de Iquique a las 6 de la mañana, en la lancha de la Gobernación Marítima.
Las personas que fueron en la lancha llegaron al punto del destino a las 9.50 de la mañana i desembarcaron en unos peñascos, de donde marcharon a la esplanada.
Recorrieron los diversos lugares e hicieron las observaciones del caso.
Después, los ajentes de la Sección envolvieron en sacos los esqueletos i los trajeron al puerto.
Los ajentes Chacón i Quiróz, que formaban la otra comisión investigadora, regresaron a las nueve de la noche. El sitio preciso en donde se hallaron los cadáveres, es una pequeña planicie formada por el desbarrancamiento de las piedras de las montañas cercanas.
Abarca una regular estensión de terreno, pero sólo una estrecha parte sirve de paraje i en donde los pescadores, según hemos sabido, pernoctan o almuerzan cuando hacen jiras por la costa norte.
Más allá de la planicie, como a una milla i media, se divisa una casucha. Ella sirve de depósito al pescado que se lleva por el cerro a las oficinas o que es traído por la playa a la ciudad.
En el teatro de la oscura tragedia pudimos ver los cadáveres, todos dispersos i agusanados.
El hedor allí es en estremo inaguantable. Acá un fémur, allá un cráneo, por un lado un brazo, un pierna por otro, en fin: un espectáculo que estremece los nervios i que hiela la sangre.
Por las demostraciones, se puede fácilmente deducir que los protagonistas del drama habido en la Caleta de "Los Gringos", ocuparon la planicie para tomar algún alimento. Junto a la deforme osamenta hai una botella de vidrio, negra, que talvez contuvo agua o licor. En otro lugar, también cercano, hai papeles de serpentinas de carnaval, ya despedazadas y descoloridas por el sol.
Recorrimos el paraje solitario i observamos muchas huellas. Si los individuos hubiesen rodado por el cerro como alguien ha dicho, sería imposible constatarlo por medio de las huellas porque en todo el faldeo se ven iguales. La arena movediza produce esas marcas, debido a los vientos i a otras cien circunstancias que las provocan, de que suerte que las huellas sería tarea vana establecer el desbarrancamiento que se supone.
Naufrajio tampoco puede haber habido. Primeramente porque los restos mortales se hallan mui distantes de la playa; segundo, porque no se tiene noticia de la pérdida de embarcación alguna i tercero, porque la botella encontrada dice claramente que allí hubo jente estacionada. La propia colocación de la botella refuerza esta última creencia: estaba bien ordenada, con su corcho respectivo al lado, como quien la pone en una mesa.
I después las serpentinas ¿Cómo llegaron allí?
Todos estos detalles que hemos visto nos alejan de la suposición que se trate de un naufragio o de una caída desde una montaña. Circula otras versión
Se dice que talvez los infelices fueron trabajadores de la pampa que, pobres o ébrios, decidieron bajar al puerto para jugar al Carnaval; que agobiados por el cansancio i la sed allí murieron, a la manera de tantos otros que han perecido en las abruptas montañas del interior o de la costa. J