El complejo camino de las madres colombianas
Patricia es madre, abuela, jefa de familia, dirigente y emprendedora.
Patricia Machado, colombiana, una hija, una nieta, asistente social de profesión, nunca imaginó que lideraría una agrupación social en Chile. En 2008 partió con su hija Milena, de 11 años, de la ciudad de Neiba, departamento de Huila (zona de origen de la guerrilla), con destino a Antofagasta. La motivación fue realizar lo que llama un servicio de promesa externa de La Fe Bahá'í, es decir vivir cinco años en otro país. Pronto se adaptó a Chile. El padrinazgo económico de la fe concluyó en un momento que Patricia ya tenía las herramientas para sostenerse.
Entre los años 2010 y 2012 se produjo el arribo masivo de sus compatriotas a Chile. La mayoría eran afrodescendientes que escapaban de la guerra y narcotráfico. Un gran porcentaje eran mujeres, madres, que cargaban la tristeza de la separación de sus hijos. A los chicos los dejaron con abuelos, familiares y hasta con vecinos.
La precariedad de los inmigrantes latinoamericanos en Antofagasta, gatilló la formación de la agrupación social Tejido Humano (surgió como una escuela del Sernam). Patricia participó de un principio en la entidad y desde 2012, es su presidenta. La agrupación acoge a 320 mujeres inmigrantes de Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia.
Dice que la mujeres inmigrantes son madres con diferentes realidades, "como flores en el planeta". Hay madres que dejan a sus hijos en su país de origen con el propósito de buscar oportunidades y mejorar la calidad de vida. La carga emocional de estas mujeres es fuerte. La crianza queda a cargo de los abuelos, tíos, familiares y hasta vecinos.
A diferencia de las inmigrantes bolivianas o peruanas, las colombianas vienen a quedarse. En consecuencia su propósito es traer a sus hijos o la familia.
Son casi 7 días de viaje en bus, sin descanso, entre la frontera de Colombia con Ecuador hasta Antofagasta. "Esta distancia hace difíciles los viajes y los reencuentros. El objetivo es quedarse", dice.
"Aquí llama la atención que en un casa de tres habitaciones vivamos alrededor de 10 colombianos o más. Este hacinamiento se entiende por el apego a la familia, a nuestras raíces y a las ciudades de dónde venimos".
Patricia Machado dice que la cultura colombiana es matriarcal. Las familias parten desde la mujer. Hay mucho apego.
Patricia lidera a su familia en Antofagasta. Viven en los departamentos Santa Beatriz, en la Coviefi.
Su hija de 17 años, Milena, hace poco fue mamá de un "chilenito", Franco, dice sonriente la mujer. El padre estudia en la universidad y trabaja de empaque en un supermercado. Por ahora el joven no puede hacerse cargo económicamente de su familia.
El tiempo transformó a Patricia en una emprendedora. Importa artículos colombianos y los vende a sus compatriotas. Dice que de esa manera puede cargar a su familia. Hace poco al grupo familiar se sumó un hermano de Patricia. El joven ya está trabajando. Reconoce que esta país les entrega tranquilidad para vivir. Están cómodos. Su hija Milena que cursa cuarto medio se siente una chilena. No tuvo problemas de integración. "Ya somos chilenas", dice Patricia. J
Las madres inmigrantes deben adaptarse a la sociedad que las acoge. No les queda otra. Patricia Machado dice que las mujeres se reinventan para hacer dinero que es su objetivo. Chile no es un país hostil. Hay beneficios sociales para las mujeres. "Es el único país del continente que posee un ministerio de la Mujer. Es un buen país para inmigrar".