El pasado 1 de diciembre, junto a miles de jóvenes que ese día se jugaban su futuro, dos abuelitas, Pastoriza y Sabina Cornejo Lisboa, de 84 y 77 años, llegaban a rendir la Prueba de Selección Universitaria (PSU).
Pese a que hasta hace poco ni siquiera habían terminado la enseñanza media, en una muestra de sacrificio y orgullo, lograron ponerse al día para someterse a este exigente proceso.
Casi dos meses después, lejos del ajetreo de esos días, estas hermanas oriundas de Las Cabras, en la Sexta Región, repasan ese importante momento en sus vidas.
oportunidad
"Yo no iba a dar la PSU, pero mis hijos me dijeron 'dela, mami, dela, nunca más va a tener esta oportunidad', así que me atreví a darla", cuenta Sabina, quien asegura que fue el apoyo de su familia lo que la motivó a seguir adelante con este desafío.
Dice que cuando dio la prueba sus hijos la felicitaron y se sintieron orgullosos.
"Pa' qué le cuento, me invitaron a comer en la noche con todos mis nietos y bisnietos", recuerda la mujer, quien es madre de tres hijos, con seis nietos y cinco bisnietos.
Cuenta que la asignatura que más le gustaba era Historia, "pero, sabe, no me fue muy bien". Aunque, lejos, lo más complicado fue Matemáticas, porque "era todo nuevo".
"Nos sabíamos las tablas, sumar, restar y dividir, como antes, pero ahora es todo nuevo (...) Había cosas que yo no había visto nunca, así que contesté lo que sabía", señala a casi dos meses de su proeza. J
l Sabina asegura que nunca su intención fue continuar estudiando, "porque yo con mis años no iba a seguir, pero fue súper bueno (dar la PSU), me sentí muy bien (…) Me siento orgullosa y mis hijos también".
En tanto, Pastoriza, su hermana mayor, admite que rindió la PSU "por tener el honor de haberla dado". Cuenta que "años atrás, yo di exámenes libres, había terminado las humanidades y tenía distintos diplomas: de corte y confección, de peluquería y belleza, y me ha gustado siempre participar".
l Redacción