En el periodo entre 2013 y 2014, la Superintendencia de Educación recibió 1.456 denuncias por discriminación escolar. De esas, el 51% correspondió a niños con el Síndrome de Déficit Atencional (SDA), que acusó el recibo de un trato agresivo por parte de un adulto, cancelación de la matrícula, expulsión de clases, falta de apoyo del establecimiento y/o rechazo en las postulaciones.
El fiscalizador entregó ayer los datos, al cumplir tres años de existencia, y advirtió que cada una estas situaciones afectan el acceso y permanencia del estudiante en el sistema escolar, su proceso educativo y su integridad física y/o psicológica.
Más de la mitad de las acusaciones de discriminación es por el SDA; sin embargo también hay denuncias por otros motivos, como la discapacidad física y/o intelectual (18%); características físicas y/o apariencia personal (10%); problemas de salud (8%); embarazo y/o maternidad (6%); orientación sexual e identidad de género (3%); inmigrante y/o distinto origen racial o religiosa (2%).
Los hombres sufren más de discriminación que las mujeres, con el 65,2% de los casos, los que se concentran en la enseñanza básica, con el 63,9% de las denuncias, seguida por la media (20,7%) y arvularia (13,3%).
Las denuncias recibidas por la entidad fiscalizadora aparecieron en un 52,7% desde colegios particulares subvencionados y un 31% de municipales. En los 8 primeros meses del 2015, se han recibido 318 denuncias por discriminación, en las que, al igual que el periodo anterior, la mayoría serían por discriminación en casos del Síndrome de Déficit Atencional.
No todos son iguales
La alta tasa de denuncias por discriminación evidencia que de alguna forma la sala de clases no está lo suficientemente preparada como para trabajar con niños con niveles de aprendizaje distintos y otros intereses.
Según la psicopedagoga del Centro de Liderazgo Educativo de Educación 2020, Francisca Camus, lo primero que se debe hacer es desmitificar, por ejemplo, a los niños con SDA, pues "estamos cayendo en una sobrediagnosticación muy grande".
Aclara que para tener el síndrome es necesario que el menor pierda la concentración o no sea capaz de acatar órdenes en al menos tres aspectos de la vida, y no sólo quien no hace caso en el colegio y sí lo hace en la casa.
"Se confunde mucho con niños hiperactivos y es que hoy la forma de aprender de los niños no es como antes, pero las formas de enseñanza siguen siendo iguales", dijo en conversación con .
A pesar de que reconoce avances en materias de inclusión escolar, Camus agregó que se necesita un trabajo en conjunto de las escuelas y la sociedad para entender y aceptar las diferencias. J