Cartas
Recuerdos
Yo que conocí Antofagasta allá por 1953, venía en Tirua, barco caletero, con destino a Valparaíso junto a mi hermano Leonardo. Tuvimos que bajar en bote para llegar a tierra. La conocí en muy mal estado. Más adelante, ya como profesional y deportista, por el año '60 vine a un zonal atlético y me contacté con los dirigentes del Magisterio, sr. Gutiérrez, Juan González y otros más, y les di a conocer mi deseo de venirme a radicar. Ellos quedaron de ayudarme. Tenía ofertas por el atletismo de venirme a Chuquicamata, pero por mi profesión preferí Antofagasta. Conversé con mi familia, pues mi hermana Norma estudiaba Servicio Social. Cuando tomé la decisión, me dirigí al ministro de Educación y en menos de un mes, me destinó con plaza y todo a la escuela República de Italia, donde mis coterráneos Mario Vernal y su esposa Teresa Duarte, junto a Ángel Lattus, Arturo Frías y el resto de los colegas, me recibieron junto a su director Carlos Fuentealba con los brazos abiertos. Raúl Bosque Hull, director provincial me dieron la bienvenida. Me integré al gremio, al deporte, a la DC, y a parte de las actividades atléticas y gremiales con los camaradas Pedro Araya, Carmen Mercado, Horacio Marull, José Luis Gómez, Néstor Ramírez, Gastón Araya, Santiago Gajardo y muchos más. Recorríamos en la noche las poblaciones para llevar nuestro mensaje de justicia social y nuestra ayuda a los problemas que los aquejaban.
Pasó el tiempo. Me casé, vivía en calle Caracoles 3290, como vecino del sr. Lorca, una bella persona (Q.E.P.D.), fundador de Esane del Norte. Como estaba recién casado, necesitaba una casa y me inscribí con la asistente social, Nilda Madrid en el plan de autoconstrucción de Villa Alemania, plan habitacional del gobierno de turno. Éramos 118 autoconstructores y el 6 de agosto de 1968, vinimos a tirar pala todos los días, de lunes a sábado. Junto a los pobladores, como presidente elegido por unanimidad, iniciamos la cristalización del sueño de la dasa propia, la que conseguimos a los 9 meses. En el Gobierno de Salvador Allende nos entregaron las casas. Fue entonces cuando conocí el gran corazón de los antofagastinos y prácticamente nací de nuevo. Nos ayudaron Ofasa, los empresarios José Trevizán, Jorge Eterovic, Drago Damianic, los hermanos Battios y organizaciones como Rotary Club, Los Leones y las fuerzas armadas. Aparte de las universidades e institutos. Fue una alegría inolvidable y una fraternidad incomparable. Todos los meses nos reuníamos por manzana, y realizábamos una convivencia. Conseguimos la construcción de la hoy Escuela D-68. Así sellábamos el inicio del progreso del sector norte con luz, agua, alcantarillado, pavimentación, feria y comercio en general.
Jorge Raúl Díaz Pacheco