Inspeccionando la Tierra del Moro con el Tarzán taltalino
A Tarzán no le dicen Tarzán, se llama Tarzán. Y con sesenta años, es uno de los salvavidas oficiales de Taltal. En una playera conversación con "La Estrella", nuestro rey de la selva habla sobre las travesías que tiene en mente.
En algún momento de su vida, Tarzán, el rey de la selva, se aburrió de la selva. Debe haber tomado la decisión cuando estaba encaramado en los árboles, gritando en una liana pasando de rama en rama acompañado de una fila de alegres monos capuchino y su fiel mona Chita. Tarzán cambió la selva por el mar, y cambió el taparrabos por un fluorescente traje de salvavidas.
Tarzán Álvarez Gretschmann ("soy descendiente de alemanes", dice), sesenta años, incipiente barba canosa y residente taltalino, está tomando sol en la Tierra del Moro, playa ubicada al norte de la ciudad donde tiene a su cargo la vida de los bañistas. Si un afuerino le pregunta el nombre, quizá crea que lo de Tarzán debe venir por su valentía en las olas, pero no. Él se llama así, su cédula de identidad lo comprueba.
-A mi papá le decían Tarzán, de apodo. En ese tiempo era re bueno para los puñetes. Cuando me fueron a inscribir, mi tía dijo '¡cómo le va a poner Tarzán!'.
Tarzán padre se hacía respetar y lo hizo saber al señor que lo atendió en el Registro Civil.
-Yo soy el que manda. Póngale Tarzán no más.
Lo más parecido que tiene el Tarzán taltalino a una liana es la cuerda con la que rescata a los veraneantes que hoy, día martes y por suerte, no son muchos. Acá a la gente no le llama la atención su nombre porque todos lo conocen, pero más de alguna vez las personas creían que los estaban embromando. Tarzán recuerda la vez en que llamó por teléfono a una amiga, y la operadora se equivocó y marcó para otro lado.
-¡Hola! ¡Habla el Tarzán!
-...
-¡Aló!
-¡Aquí no hay ninguna mona Chita!- le respondieron, y cortaron.
Desde el año 95 que tiene nuestro Tarzán un carnet que acredita su condición de salvavidas profesional, aunque ya se sabe todas las mañas del océano desde que tenía siete años, cuando aprendió a nadar.
-Yo solo aprendí a perfeccionarme. Alguien llegaba con una cartulina con una matrícula a tomarme un examen. Me iba bien en el escrito y después hacía el práctico.
Más de alguna vez el rey de la selva local -Taltal igual tiene selva, hacia las quebradas, pero él prefiere el mar- tuvo que arriesgar su vida para salvar la de otros. Pese a lo apacible que se ve la Tierra del Moro, Tarzán dice que hay que tenerle respeto al mar, porque a veces se pone chúcaro. Una vez, diez bañistas fueron arrastrados por una ola que casi se los llevó a todos.
La gente se empezó a preocupar, porque todo fue muy rápido. Tarzán se metió al mar y otros taltalinos igual, inclusive el capitán de puerto. Alguien sacó una cuerda, otro prestó unas aletas y una cámara de vehículo apareció entre la observante multitud. El salvavidas los fue sacando de a uno hasta que por fin, tras media hora de agitación y preocupación entre las olas de la playa taltalina, todos se salvaron.
-Esta es una pega arriesgada- dice Tarzán ajustándose los lentes oscuros para capear en algo el potente sol de media tarde. -Hay que tener coraje, porque si usted tiene la matrícula pero va con miedo, al final se va a ahogar usted poh.
El ser humano, según el rey del mar -ya no mencionemos la selva-, tiene un problema cuando se está ahogando. En la desesperación, suele tomar por detrás al rescatista, con tanta fuerza que podría hasta llevarse a la persona que intenta salvarla. Tarzán da la clave: cada vez que le toca un rescate así, le pesca la nariz y lo suelta altiro. En esos vitales segundos, se calma a la persona y tranquilamente empieza a salir del furioso océano.
Eso sí, no en todos los casos se puede dar esa posibilidad, dice Tarzán. Cuando las personas se hunden, la gran mayoría de las veces no hay nada que hacer.
-Una persona al hundirse no tienes cómo sacarlo, el cuerpo ya tiene agua. Tiene que ir un buzo, nosotros vamos al rescate por un calambre, un remolino, ahí vamos, pero si la persona se hundió... ¿cuándo voy a sacarlo así yo?-dice.
Travesía
En el living de su casa, Tarzán guarda todos los tesoros que forman parte de su historia con el mar. Recortes de prensa, reconocimientos. Antes, cuando venía a Antofagasta, el nadador podía lanzarse en los estanques de las petroleras y salir en el Balneario Municipal. Varios kilómetros que eran un récord en su época, y que ahora le gustaría repetir.
Hoy, cada año desde los últimos dieciocho, Tarzán hace la misma travesía. Se lanza en el muelle viejo de Taltal y nada tres kilómetros sin parar hasta el sector de "La Puntilla", donde por estos días se celebra la fiesta religiosa de la Virgen de Lourdes. A la manda a veces lo acompañan nadadores menores que él, que lo ven como un capo del agua, un Mark Spitz del desierto de Atacama. Incluso, muchos taltalinos van a ver cómo Tarzán intenta retar al mar.
Él ya tiene sesenta. Muchos a esa edad empiezan a sentir los achaques, pero él ni se amilana. Con la edad que tengo, hacer esa manda es un arte, dice con seguridad. Lo que sí reconoce, es que eso sí podría pasar la cuenta después.
-Me encanta trabajar de salvavidas. Claro que a veces los hielos te complican, mucho tiempo trabajando en la playa, a cuero pelado, no tenía traje. Todo eso te va perjudicando la salud, el hielo.
Tarzán, el rey de la Tierra del Moro, dice que le gustaría volver a esos tiempos cuando se pegaba los piques en Antofagasta, hacer alguna planificación y poner otro recorte de prensa más a los que tiene en su casa, en un CD. Quizá si alguna empresa se motiva a apoyarlo, él podría hacerlo, dice. Por eso pide que dejen su teléfono: 76018092.
El periodista le pregunta, con total desconocimiento del mar y recordando una foto donde el ex presidente Sebastián Piñera casi pierde la cabeza en Valdivia por un lobo marino, si en toda esa travesía mar abierto no se arriesgaría a una mordida de algún asustado lobo. El rey del mar dice que no, que a veces atacan a la carga de los pescadores, pero a él no.
En todo caso, ¿quién se la podría contra Tarzán?