Cristian Castro - La Estrella de Antofagasta
Todo lo que le rodea en su cuarto se ha mantenido intacto en una época pasada, siendo el aparato mas moderno en su living un televisor a tubos Bolocco, el cual reposa silencioso sobre el mueble de una antigua máquina tejedora Singer, de esas que se debían usar utilizando el pie para hacerlas andar y que hoy, son toda una reliquia.
Este es el pequeño mundo que rodea a la señora Elba Liria Araya, quien a sus más de 90 años se siente satisfecha y agradecida de la familia que tiene, de sus experiencias vividas y ante todo, orgullosa por ser una autentica hija de la pampa.
Una reina para
el desierto
Elba nace en 1921 en la extinta oficina salitrera Francisco Puelma, de allí se traslada con toda su familia a vivir al poblado de Chacabuco, otro bastión salitrero que prometía para ella y los suyos mejores oportunidades de vida.
Es, en este pueblo donde nuestra protagonista cursa sus primeros estudios, destacando ya de joven por sus finos rasgos y su clásica belleza.
Fueron estos los motivos que le llevaron a sus 18 años a ser elegida como la "Reina de la primavera" de Chacabuco, evento que la mujer recuerda con nostalgia.
"Se hizo una gran fiesta para cuando salí elegida. Obviamente eso no le gustó a todas porque tenía compañeras que también se disputaban el cetro y eran fuertes competidoras, pero al final terminé ganado yo y eso me dejó bastante contenta", recuerda la otrora soberana.
Pero no todo fue tan perfecto para ella, debido a que al haber ganado el concurso, fue invitada a un baile formal que se realizaría en Antofagasta, con traslado y todo pagado, pero "mi padre no me dejó ir por mi edad. Consideró que era muy niña y era peligroso que estuviera exponiéndome de esa manera en una ciudad que, para la época, quedaba muy lejos", dice.
Este impedimento no fue motivo para mermar la felicidad que sentía la joven, quien participó en varias tertulias que se realizaron en la oficina salitrera, apareciendo frecuentemente en los diarios locales de la época que destacaban por lo general, su presencia en eventos de beneficencia.
"Todo este tipo de actividades estaban destinadas a juntar dinero, que después se entregaba para ayudar a los niños más desposeídos del pueblo", confiesa, manifestando también que la actividad en sí de la reina de la primavera estaba organizada para esta noble causa, existiendo incluso patrocinadores que se encargaban de donar dinero para lograr el cometido.
Familia
Ya en 1944, llega con 23 años a Antofagasta, ciudad en donde se instala definitivamente y arma su vida, llegando a contraer matrimonio con un pescador local que le dio 2 hijas, una de ellas incluso fue elegida como reina de las playas y piscinas de Chile en 1974, cuando también tenía 18 años.
"Es hereditario, pues mi hija también ha sido elegida en algunas oportunidades para participar en certámenes, pero no le gustan ese tipo de cosas", cuenta la hija de Elba, Elizabeth Inostroza. Ahora, después de más de 90 años de vivencias, la señora Elba se sienta a recordar con nostalgia esos lejanos tiempos en que todo era más sano e inocente que ahora. La tiara que coronó su cabeza mientras duró su reinado en la antigua oficina salitrera hoy descansa a los pies de la virgen de Andacollo, pues la joven Elba se la ofrendó para que ésta sanara a su marido y protegiera su familia.