Condena de militares

Señor director: Le escribo con mucha satisfacción y pena, porque por fin salió el fallo que condenó a 10 años de presidio a tres militares, que asesinaron salvajemente a Nesco Teodorovic, Lula Cabrera y Luis Alberto Muñoz, todos excompañeros de la Universidad del Norte, a pocos días del golpe militar del '73. Da así un poquito de justicia.

Los que tuvimos la suerte de conocer a estos tres jóvenes, sabemos lo valiosos que eran: La energía loca de Nesco, tan lleno de vitalidad y valores positivos; la dulzura y femineidad de Lula, inteligente y tranquila siempre; o la actitud de servicio a los demás de Luis Alberto, que por algo era dirigente de los trabajadores de la U.del Norte. Eran algo que irradiaban.

Como muchos otros, yo estaba en la cárcel a fines de 1973. Nunca supe por qué. En un momento que me tenían reponiéndome de las sesiones de tortura, y gracias a la actitud compasiva de unos gendarmes que me permitieron sentarme en la puerta de la fría celda a tomar sol, escuché cuando uno de los criminales relataba a otro interno los momentos de un crimen en que había participado.

"Recibimos la orden de fusilarlos. Bájenlos y díganles que arranquen. Bájenlos y díganles que arranquen", contaba. Nesco le decía a su amada compañera Elizabeth: "No Lula, no arranquemos". Y se afirmaron al vehículo militar.

"Entonces mi teniente nos dijo péguenle en las manos, para que se suelten. Ahora disparen", relataba el criminal con uniforme. Y así lo hicieron, acribillándolos a "quemarropa" con sus fusiles de guerra. "Mi teniente, me dijo: La mujer sigue viva. Remátala. Yo le disparé entonces una ráfaga al vientre". Lula, embarazada de varios meses, fue entonces masacrada. Un niño pequeño había quedado abandonado en el hogar de sus padres.

Esto lo escuché cuando permanecía secuestrado en la cárcel de Antofagasta. El militar estaba siendo enjuiciado por un delito previo al golpe militar, en que varios uniformados de servicios, sacaron armamento de guerra, y en jeep del Ejército, asaltaron a una familia de panaderos antofagastinos de origen griego, gritando consignas del MIR, para inculpar a ese movimiento del delito que ellos cometían.

Ese hecho, el escuchar el descarado relato de ese delincuente de uniforme, se me quedó grabado para toda la vida. Yo allí, sin poder hacer nada, escuchando el martirio a que fueron sometidos nuestros compañeros. Horrible. Mi modestísimo homenaje hoy a esos tres héroes, mártires, que lucharon por forjar una patria más justa. No conozco al hijo de ese matrimonio ejemplar, pero me gustaría mucho decirle que sus padres fueron maravillosos, que derramaron amor por doquier.

Lorenzo Reyes Orellana

periodista