Parecía que todos tenían plata. La liberalización del mercado, la aparición de nuevas industrias y el acceso a los bienes importados dio una sensación de estabilidad económica que venía con un dólar que no se movió desde el 79: $39 fijo. Todo iba excelente hasta el 14 de junio, cuando el ministro de Economía, Luis Danús, anunció que el peso se devaluaba. El dólar quedó en $46.
Obviamente, todos los que se habían endeudado en dólares quedaron impactados. Muchos taxistas compraron sus taxis en esa moneda a muchas cuotas que después fueron impagables. La recesión, la más violenta desde 1930, nos golpeó a todos. El alcalde Dragomir Goic decía que la muni estaba sin un peso. Se lamentaba de haber gastado 15 millones en cócteles y manifestaciones. En 1982 "sólo se gastarán cien mil pesos", dijo.
Como muchas empresas deben despedir a los trabajadores, la cesantía es crónica. En el país aparece el PEM (Plan de Empleo Mínimo) y el POJH. En Antofagasta, está el Plan Regional de Absorción de Cesantía (PRAC) para hacer trabajos como arreglos en las aceras. Diariamente, aparecen listas de llamados a hacer una peguita por pocas lucas. Y aunque la situación es desastrosa, el 30% de los llamados no va a trabajar, quien sabe porqué.
Cobreloa, otra vez en final de la Libertadores
Otra vez los loínos logran clasificar a la final de la Copa Libertadores, tras vencer a Olimpia de Paraguay el 10 de noviembre. Y al igual que en el 81, todo el país estaba pendiente del sueño naranja. "Le hemos dado algo inédito al fútbol chileno, dos veces seguidas a la final y ahora sí que la ganaremos", decía Víctor Merello.
Calama respira fútbol en los días de esa final contra Peñarol. En el Centenario de Montevideo empatan a cero (26 de noviembre) y no hay casa de la ciudad que no tenga una banderita naranja. Algunos juntan neumáticos viejos y los acopian en los bordes de los caminos: si Cobreloa gana, la entrada a Calama va a ser una avenida de fuego. Dos mil personas viajan desde el norte a Santiago.
Como se sabe, Cobreloa perdió en el último minuto. Fernando Morena se encargó de anotar el gol uruguayo ante los ojos del portero Wirth.
No hubo avenida de fuego, pero tampoco lágrimas. Merello dice que lo lamenta por el público. Los comentaristas deportivos dicen que se llegó más lejos de lo que se pudo haber pensado. A alguien le asalta, eso sí, una duda. ¿Qué habría pasado si se hubiera jugado esa final en Calama?.