Redacción - La Estrella
Cuesta arriba se puso la vida para dos queridos comerciantes, a quienes un incendio les arrebató el quiosco con el que se ganaban la vida en la Escuela E-87 "Las Rocas" de Antofagasta.
Fue el pasado lunes 15 cuando, mientras muchos disfrutaban del feriado largo, cerca de las 13 horas Carlos Moreno Varas y su esposa Gloria Iglesias Saavedra recibieron una noticia que fue un verdadero balde de agua fría: el fuego consumía el pequeño negocio que mantiene a su familia.
Voluntarios de la Segunda, Cuarta y Décima compañías del Cuerpo de Bomberos llegaron hasta el establecimiento educacional de la población que lleva su mismo nombre, ubicado en calle Los Naranjos, entre Los Almendros y Avenida Edmundo Pérez Zujovic.
Las llamas fueron controladas y sofocadas sin que se extendieran a otras instalaciones, sin embargo para los "tíos" del quiosco el incendio fue una tragedia de la que aún no logran reponerse. Y es que además del demoledor golpe emocional que les significó ver reducido a cenizas y negras latas su lugar de trabajo, el daño económico que ello provocó fue una doble bofetada.
La pareja quedó a brazos cruzados. Nada se pudo rescatar y con profunda pena debieron remover lo que hasta el viernes 12 eran sus máquinas conservadoras, muebles y mercadería, cuyo avalúo bordea los 2 millones de pesos.
De las causas de la emergencia no hay una causa determinada, pero sí muy claras y tristes consecuencias. Debieron prescindir de la ayuda que les prestaba una apoderada del mismo plantel, ya que no podían seguir pagándole un sueldo.
"Ella tiene hijos estudiando aquí. Es una lástima, pero la situación para nosotros ahora es muy complicada", se lamentó Carlos Moreno, quien ve con angustia lo que se viene, ya que hasta el momento las gestiones que ha realizado con una embotelladora para la reposición del quiosco han arrojados nulos avances.
Los días pasan y la ayuda no llega. El invierno aún no se va y, pese al frío, la necesidad de llevar el sustento a su familia (de ellos dependen económicamente su hija universitaria y un nieto de 2 años) los lleva a darse las fuerzas para seguir vendiendo, ahora al aire libre debido a las condiciones de pérdida total de su negocio.
A las 8.50 horas ya están a diario instalándose a un costado del quiosco para vender huevos duros, sandwich y jaleas, entre otros alimentos saludables. Todo, valiéndose apenas de dos mesas cubiertas con impecables manteles blancos y del cariño de los niños que los llaman cariñosamente "tíos". Estos, al igual que el Centro de Alumnos y toda la comunidad educativa, están viendo la forma de ayudarlos.
El director de la escuela, Ricardo Díaz Asencio, dijo que han hecho algunas gestiones, pero que aún no hay respuestas concretas.
Mientras, Carlos y Gloria- quien presenta discapacidad debido a una artrosis y artritis -siguen esperando la ayuda que les devuelva el quiosco donde merecen ganarse dignamente el sustento, tal como lo hacen hace 4 años en ese colegio y como lo hicieron por 12 años en el exLiceo de Hombres.