Patos yeco ya la agarraron con arbolito frente a UCN
Árbol se corroe con las deposiciones de las aves y el olor es asqueroso. Lo peor, es que hay al menos veinte nidos que quieren estar un buen tiempo viviendo ahí.
Ignacio Araya Chanqueo
Si se acerca el período de pruebas en la Universidad Católica del Norte (UCN), es fijo que el flujo de estresados estudiantes aumente en Fotocopias "A", un pequeño local de calle Luis Mancilla donde atienden todos los días a los universitarios ávidos de imprimir libros. Pero últimamente, los cabros cruzan apurados a las fotocopias, porque les da miedo que caiga un bombardeo de fecas desde el cielo. Frente al local, al menos veinte patos yecos viven en un enorme y frondoso árbol que ya tienen cubierto de blanco, y no de nieve precisamente.
"Ya son como tres semanas que llegaron, de un día para otro", dice Carlos Gabriel Cutipa, locatario de las Fotocopias "A". Aunque al frente el pavimento ya esté tapizado en caca de pájaro, hasta ahora no le ha tocado ninguna sorpresita entrar a su local, "pero el olor es muy fuerte y todo el día se siente", comenta.
El profesor Carlos Guerra, biólogo de la Universidad de Antofagasta, cuenta que años atrás hubo un experimento para sacar todos los patos yecos de la avenida Brasil. Si en Arica o en Iquique gastaron millones buscando fórmulas para eliminarlos, acá sólo bastaba con un globo con helio. "Descubrimos que los patos yecos tienen dificultades para volar de noche", asegura. "A ellos (los patos) les causa un disturbio tal el globo que arrancan. Se asustan con la presencia de algo, ven un objeto extraño que se desplaza de un lado al otro".
Como los patos yecos -eternos malos arrendatarios- no tienen árbol que los quiera recibir, invaden el primero que ven y que los vaya acogiendo. En el caso de éste de Luis Mancilla con Ángamos, gran parte de la copa está deforestada y sus hojas grises pasaron a transformarse en un nido para veinte nuevos vecinos.
¿Por qué son tan dañinos los patos yecos para los pocos árboles que tenemos en la ciudad? El profe Guerra cuenta que las deyecciones (así se les llama a la feca de las aves, ellos hacen pipí y popó por el mismo lado) son muy corrosivas. "Ellos tienen una alimentación en el mar y la orina es muy fuerte, entonces son sustancias que tienen compuestos químicos que dañan", dice. El problema, es que si al árbol siguen llegando más patos y nadie poda sus ramas, probablemente se pueda llegar a perder esa tradicional especie vegetal que ha acompañado a los estudiantes durante años.
ignacio.araya@estrellanorte.cl