Redacción - La Estrella de Antofagasta
Un nuevo y estremecedor antecedente se conoció respecto a la investigación del homicidio de Berta Lidia Espinoza Cifuentes, pobladora cuyos restos fueron hallados el 22 de marzo en medio de un vasto sitio eriazo del sector norte alto de Antofagasta.
En el marco de la investigación del caso se determinó que además de ataduras en sus manos y pies, las osamentas presentaban indicios de algún tipo de amarra o vínculo en el cuello. Así lo confirmó a este diario el fiscal a cargo del caso, Juan Castro Bekios, quien explicó que pese a las señales encontradas, aún no es posible determinar con exactitud la causa de muerte de la vecina de 45 años.
Línea clara
Según el persecutor, esto se debe a que aún se trabaja en la autopsia; un examen complejo debido al estado en que fueron halladas los restos de quien era madre de tres hijos.
Además, dijo que se está a la espera de los resultados de laboratorio. Esto, dado que personal especializado de Carabineros tomó diversas muestras en el sitio del suceso, ubicado al oriente de calle Nicolás Tirado y al costado norte de la población Rubén Infanta.
Castro afirmó que gracias al trabajo conjunto con el equipo multidisciplinario de la policía uniformada ya se cuenta con una línea investigativa clara para poder establecer quién o quiénes están tras los hechos.
Los nuevos antecedentes vienen a sumarse a las pesquisas que tuvieron su primer avance con la comprobación mediante pruebas de ADN de la identidad de la víctima. A ello se agregaron empadronamientos y otras diligencias investigativas que comienzan a estrechar círculos respecto a la autoría del delito.
Una de las hijas de Berta Espinoza fue quien el 8 de febrero presentó una denuncia por presunta desgracia en la Segunda Comisaría, debido a que no tenían noticias de ella desde el 15 ó 16 de diciembre. Pese a que hubo episodios en que le perdían el rastro, nunca fue por periodos tan prolongados, por lo que su ausencia en fechas de importancia para la familia los alertó.
45 años tenía la vecina, cuyos restos tenían amarras en manos, pies y cuello.
22 de marzo fue el día del hallazgo de las osamentas, en un sitio eriazo del sector norte de Antofagasta.