En verano este Diario publicó una nota sobre unos perritos que estaban viviendo en pleno desierto, sólo con una choza de palets como "casa" y la comida y agua que unos pocos animalistas antofagastinos podían llevarles una vez a la semana.
De ese grupo de canes, había uno que destacaba y que era el querido de Lily Ferrer, la animalista que comandaba esa gestión.
Nunca le puso nombre al perrito -que tenía apenas tres meses cuando lo fueron a botar al desierto, más allá de Baquedano- pero luego de muchas gestiones logró encontrarle un hogar y no en la capital regional, sino en una de las zonas más exclusivas de Santiago: Chicureo.
Cómo empezó todo
Hace tres meses Lily Ferrer cuenta que vio una jauría de perros en el desierto, a pleno sol y entre los canes había un cachorro que con suerte tenía tres mes de nacido.
"La gente es muy mala no sé cómo lo pudieron ir a botar, pero allá estaba", cuenta.
No lo pensó dos veces y gestionó una ida a aquel lugar con palets y harta agua y comida, con el objetivo de hacerles una pequeña casita y que los animales pudieran vivir un poquito mejor. "Aún así se me partía el alma al dejar solito a ese perrito, pero en ese momento no podía traerlo a la casa", relata.
Cada vez que iba al desierto a dejarles provisiones, sacaba fotitos y las posteaba en redes sociales para ver si alguien se conmovía y adoptaba alguno de los perritos.
Uno de esos posteos lo vio una vecina santiaguina que llegó a Antofa de vacaciones y fue al desierto a ver cómo era la situación. Aunque era muy grave tampoco podía llevarse al can en ese momento.
A chicureo
Meses después, entre ambas gestionaron el envío del perrito hasta la capital, pero antes debía recuperarse y por eso Lily lo tuvo dos meses, para vacunarlo y desparasitarlo.
Luego de reunir dinero para que el perrito -que le apodaban "Guerrero del Desierto"- viajara en avión, el jueves pasado Lily se despidió de él, sabiendo que vivirá muy bien en Chicureo, pero con mucha tristeza por la partida.
"Quedé mal cuando me despedí de él porque me encariñé mucho. Lo amaba prácticamente como un hijo, pero lo bonito es que del desierto pasó a una linda vida en Chicureo, en una casa muy grande", relata Lily Ferrer.
Según cuenta la animalista local, la señora que adoptó al perrito -ahora le pusieron Murat ("Deseo Cumplido")- vive con su familia en una casa con harto espacio y todos son amantes de los animales, tanto así que tienen 17 perros (contando a Murat) y 10 gatos.
"Todos los días me manda fotos y videos de cómo está mi cachorrito y se ve feliz", expresa.
Finalmente, Lily hace el llamado a los antofagastinos y personas en general a terminar con la costumbre de dejar a perros y gatos a su suerte.
"Es impensable pero aún hay gente cruel que no tiene problemas en viajar varios kilómetros para ir a botar un animal. Sería lindo que eso terminara y se le inculque a los niños el amor por la flora y fauna y nunca más pasen cosas así", finaliza Lily.
6 meses tiene ahora el cachorrito que vive feliz en su nueva casa en Chicureo.