Cartas
Visita del Papa
Señor director:
Estas calurosas vacaciones de verano, fantásticas puestas de sol, las gozaremos con alegría, entusiasmo y devoción. Llegó el momento y viajamos en varios buses para estar cerca de Su Santidad, el Papa Francisco, obispo de Roma, junto a diversas agrupaciones católicas que nos preparamos meses.
Para algunos será la segunda oportunidad para reunirse, ver, escuchar, compartir en vivo y en directo estos grandes y únicos acontecimientos en nuestras vidas. Y para los jóvenes fue la primera.
Esta fue diferente para los que asistimos hace 31 años a la misa en Antofagasta. Entonces el Papa Juan Pablo II nos recordó "que nuestro mundo no estaba muerto, sino adormecido y en nuestros corazones aún se advertía el latido fuerte de la vida, del amor, de la paz y justicia".
Aunque las sociedades van cambiando y las personas también, hoy igual que aquel entonces todos queremos en Chile una sociedad más digna y propia del hombre.
Miles de feligreses y amigos del Papa llegaron a Iquique cubriendo distancias desde Perú, Argentina, Bolivia, cruzando pasos fronterizos como el Paso de Jama y Sico, y todo norte de Chile, para escuchar el mensaje que nos trajo a los católicos a esta parte del universo.
Muchos peregrinos llegaron a Iquique caminando, hicieron guardia toda la víspera para poder entrar al recinto preparado. Había facilitadores para agilizar el tránsito en las rutas, y asegurar la buena coordinación entre los servicios públicos. Fue feriado y se extendieron las horas de atención del comercio local, comidas, etc.
El Papa Francisco que habla nuestro idioma, nos trajo las buenas nuevas de paz y justicia, y su histórica Encíclica "Alabanza al Señor" pidiendo proteger el medio ambiente, cuidar la naturaleza y el agua en esta zonas mineras.
En Santiago se reunió con autoridades, Presidenta, ministros, fieles, clero, 600 reclusas con sus hijos, y con los sacerdotes jesuitas en el Santuario del Padre Hurtado, prosiguiendo después a la Araucanía, y finalmente a Iquique.
Esperamos que esta visita sea de provecho espiritual para muchos, y como país civilizado y democrático, deseo que prime el respeto y el Estado de derecho que tenemos todos los habitantes para profesar cualquiera fe o no creer en nada.
Nancy Monterrey C.