Con su amabilidad ayuda a pacientes del edificio Pukará
Don Héctor Ulloa trabaja hace más de 30 años con su kiosco en las afueras del edificio y se ha caracterizado por su gran solidaridad.
A las ocho de la mañana en punto don Héctor Ulloa Irrarázabal está al pie del cañón en su negocio ubicado al frente del edificio Pukará para atender a los pacientes que van al lugar a realizarse exámenes o a sus consultas médicas.
Hace más de 30 años que don Héctor trabaja como vendedor y aseguró que este oficio le ha permitido mantener a su familia y darle educación a sus hijos.
"Es un trabajo como cualquier otro, hay que ser súper responsable y comprometido para que te vaya bien y eso he tratado de hacer en todos estos años", explicó don Héctor.
No es difícil de ver que don Héctor es muy querido por todos sus clientes. cuando se realizó esta entrevista, cerca de siete personas -mayoritariamente trabajadores del edificio Pukará- lo saludaron con mucho cariño.
"Como llevo muchos años trabajando en este sector, la gente ya me reconoce", dijo.
Y no solamente la gente, sino que también los pacientes que van al centro médico lo conocen. "Muchos de ellos vienen en sillas de ruedas y yo les ayudo porque es difícil que suban por la rampla", comentó el vendedor.
Familia
Antes de dedicarse a este rubro, don Héctor era auxiliar en la Clínica Antofagasta. "Ahí aprendí muchas cosas y una de ellas fue el ayudar a las personas que lo necesitan", dijo.
Este querido vendedor contó que en ese tiempo su esposa se dedicaba a vender sus productos en la calle, hasta que ambos se decidieron y se instalaron con un kiosco.
"De alguna manera siempre hemos estado vinculados al comercio, pero después de eso nos dedicamos exclusivamente al negocio", explicó.
Cuando se instaló en las afueras del edificio Pukará, don Héctor recordó que aún no existían los grandes edificios que lo rodeaban. "Estaban recién construyendo el Obelisco y los edificios que están alrededor... la ciudad ya estaba cambiando y me empezó a ir bien en este sector así que me quedé", expresó don Héctor.
Tan bien le fue que con este trabajo pudo mantener a su familia y pudo costear los estudios universitarios de sus tres hijos.
"El último de mis hijos está en tercer año de Ingeniería y tengo dos hijas que ya son profesionales", manifestó orgulloso.
Además dijo que "hay muchas personas que trabajan en un oficio en la calle y lo hacen para mantener a su familia. (...) Aquí cerca hay un chico que limpia los vidrios de los autos y con lo que gana manda a sus hijos a la universidad... es un trabajo honrado como el de todos".
Consejos
Don Héctor además se caracteriza por entregar recomendaciones a sus clientes y a las personas que pasan cerca de su negocio.
"Siempre les digo que tienen que tener cuidados con sus cosas, que tengan a la vista sus bolsos o carteras porque en cualquier momento se lo pueden arrebatar", comentó.
Pero ha tenido la suerte de no haber sufrido ningún tipo de robo en su local. "Nunca me ha pasado nada", dijo.
Don Héctor seguirá con su negocio y continuará dando una mano con la mayor de sus sonrisas en el rostro a todo aquel que lo necesite.