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En Chile alrededor del 40% de los niños sufre insomnio, seguido por otros problemas de sueño como son el bruxismo (24%) y las pesadillas (22%). Así lo arrojan cifras que manejan desde la Clínica Somno, centro especializado en medicina del sueño.
A lo anterior, se suman malos hábitos de descanso que se trasmiten de padres a hijos, pero que afectan especialmente a los más pequeños durante su etapa escolar.
Pablo Guzmán, neurólogo de la Universidad de Chile y director médico de la Clínica Somno, asegura que los niños con trastornos de sueño, con horarios de dormir irregulares o sin una rutina de descanso, en general, "tienen un rendimiento escolar muchísimo más bajo que los niños que no tienen trastornos de sueño".
Durante el sueño se almacenan la información que se recibe en el día. "Aparte del descanso, el sueño tiene una función bastante importante en las funciones ejecutivas del cerebro, principalmente la memoria", sostiene el especialista.
Magdalena Müller, académica de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica, afirma que los factores determinantes en el aprendizaje son el sueño, la alimentación y la actividad física. Cualquier alteración de éstos puede afectar las funciones ejecutivas como la capacidad atencional, la concentración y establecer relaciones.
Los padres debiesen ser un agente activo en la promoción de hábitos de sueño saludables. Guzmán explica que para que los niños puedan maximizar el aprendizaje en la etapa escolar lo recomendable es que duerman más de ocho o nueve horas.
Estructura y rol de asignaturas
En el caso de los jóvenes, además de la calidad y cantidad de horas de sueño, también influyen las alteraciones que sufren en sus ciclo circadiano. "Hay estudios que han demostrado que la somnolencia que tienen los adolescentes al despertarse en la mañana es similar a la somnolencia que podría tener un adulto a las 4 de la mañana", afirma.
A esta realidad se le agrega una tendencia en el sistema escolar que es estructurar "las materias importantes en la mañana, al comienzo de la jornada escolar, que es cuando los jóvenes están más dormidos (...) El cerebro de los jóvenes se activa más tarde y es un tema interesante para plantear la forma de distribución de los horarios de clase".
El doctor plantea que la modificación de las asignaturas durante las primeras horas podría ser una solución, así como también atrasar el horario de entrada.