Honorables parlamentarios

Señor director:

Con motivo del juramento de los nuevos parlamentarios, deseo recordar que la exclusiva denominación constitucional de "honorables" para senadores y diputados, obedece en estricto rigor a que como únicos representantes de todos los ciudadanos de la República sin excepción, deben en el desempeño de su cargo, ser y parecer honrados, es decir actuar siempre con rectitud, honradez y decencia al servicio del pueblo, logrando con su conducta ser un verdadero ejemplo a seguir, especialmente por parte de las futuras generaciones.

Sería muy prudente que en todas las salas, oficinas, casinos y pasillos del Congreso, existan dos notables letreros recordatorios. Uno que diga lo siguiente: "Un parlamentario debe ser y parecer honorable, buscando siempre representar un verdadero ejemplo de rectitud, decencia y honradez para todos los ciudadanos". Y el otro: "El parlamentario que no es, ni parece honorable, causará con su mal ejemplo un profundo daño en la formación moral de quienes dependerá el futuro de Chile, los jóvenes y niños."

Finalmente desear a todos los parlamentarios el mayor éxito en su gestión y que jamás se olviden al votar "que el pueblo los eligió y solo al pueblo deben servir leal e incondicionalmente".

Jaime Manuel Ojeda Torrent

Senador

Señor director:

La mujeres (dicen) tenemos un 6° sentido, y éste me funcionó cuando el Presidente nombró de canciller a Roberto Ampuero. Los comunistas, arrepentidos, después católicos, apostólicos y etc. jamás dejan de serlo. Pruebas al canto: El señor Ampuero eligió al señor Guillier para reforzar la posición chilena en La Haya. Es el único que no debió ir. Candidato a la presidencia, cuyo pensamiento de izquierda lo tiene envenenado, desde siempre, con la idea de recibir territorio a cambio de regalarle una salida soberana al mar a Bolivia. Es fundamentalista y no patriota. Nadie con cinco dedos de frente tendría en Chile ese pensamiento entreguista, ladino, menos un candidato a la presidencia. Y si ahora se inclina por el pensamiento general de los chilenos, es por conveniencia personal, y mandato de los partidos que lo respaldan, que se adueñan de un país para el buen vivir entre sus partidarios. Bienestar de unos pocos para mal de muchos.

Elena Muñoz de Latorre