El fin de una era: el mítico "Pata Grande" se quitó sus zapatos
Popular personaje hace algunas semanas ya no usa los singulares calzados que motivaron su apodo. Fue el cansancio y el peso de los mismos lo que motivó a que a casi 40 años desde que comenzó su historia, hoy camine con pantuflas.
Son pasadas las 11 de la mañana y parece ser un día como cualquier otro. El hombre mira para allá y para acá, mientras la gente pasa y pasa. Algunos le dan monedas, otros siguen su camino.
La esquina de Prat con Matta sirve actualmente como una especie de sede en la que se ubica sagradamente todos los días hasta como a las 18:30 horas, después dice que se pone oscuro y hace frío.
Hoy y como lo viene haciendo durante más de 40 años sigue siendo parte del centro de Antofagasta, parte de la historia de esta tierra y de una selección de personajes emblemáticos que se han hecho conocidos por diversas razones.
Muy pocos lo conocen como Guillermo González Aracena (79), como es su nombre real. Sin embargo, su apodo está prácticamente en la memoria de todos los que son nacidos y criados en la Perla del Norte.
"El Pata Grande" recibió ese apodo por su obvia característica. En toda la extensión del Paseo Prat y Matta, no pasaba desapercibido por esos zapatos que resultaban un tanto extraños.
Los calzados gigantes y deformes alimentaban toda clase de teorías sobre la verdadera razón por las que nunca se los quitaba. Algunos se aventuraban y juraban al cielo que el hombre tenía una enfermedad que se llamaría "elefantiasis", otros que nació con gigantismo o algo similar. Pero la verdad es que nunca sufrió de nada de eso, ni algo parecido.
"El Pata Grande" una vez se confesó con La Estrella de Antofagasta, en febrero de 2010. En aquella oportunidad reveló a los cuatro vientos que siempre tuvo los pies sanos, "como cualquier persona", pero que hace casi 40 años los zapatos fueron confeccionados por él mismo, a base de cuero de pescado y que por un error en la elaboración estos se fueron deformando y tomando la forma que todos conocen y con los cuales salió a la calle a vivir de la solidaridad antofagastina.
Hasta se hizo famoso. Dice que lo llamaban de programas para entrevistas y que viajó por todo el país. Incluso en 2010 estaba hasta postulando para ser Rey Feo del Festival de Viña.
"En todas partes la gente me decía 'El Pata Grande, el Pata Grande, ahí viene el Pata Grande...la pasé muy bonito. Eso quedó en la historia de Antofagasta", cuenta con nostalgia desde su rincón de calle Matta.
Y habla en pasado porque después de todo ese tiempo y hace algunas semanas el legendario personaje finalmente decidió quitarse esos zapatos clásicos. Una vecina le regaló unas pantuflas y ahora, ayudado con una muleta en una mano y un bastón en la otra, manifiesta que "camino más ligero".
"Los zapatos eran un estorbo para mí, por ser muy pesados, pero los aproveché como una verdadera reliquia", agrega.
A don Guillermo le está pasando la cuenta la edad y un problema a la columna que arrastra hace años, consecuencia también como él lo ha contado en otras oportunidades, de "tener una pierna más corta que la otra".
El Pata Grande le gustaba tener vivo al personaje y es por eso que no revelaba la verdad sobre sus pies: "fue para mantener el mito...", añade.
Pero esos llamativos zapatos no han desaparecido. El hombre los guarda en una reja que cubre una sucursal bancaria en donde se ubica, algo así como para mantener el recuerdo o viva la leyenda. "Ahora estoy juntando platita para comprarme unos zapatos bonitos", comenta.
Con bastante dificultad para moverse, el Pata Grande sigue conversando. La gente pasa, algunos le dejan un par de monedas, otros lo saludan a lo lejos. Para él, quienes más lo cuidan son los Carabineros... "ellos me ayudan mucho".
Drama
Con esas monedas le alcanza para el arriendo de una pieza en calle Uribe, así como también para comer. Algunos le regalan ropa u otras cosas, también le dejan comida y es por eso que está agradecido.
Sin embargo, también se emociona al momento de decir que hay quienes siguen de largo, que en Chile la sociedad se olvida de los más ancianos.
"Hay quienes pasan pa' allá y pa' acá y no me preguntan 'Patita cómo estai'...otros lo hacen sí...".
Pero lo que más lamenta es cuando tiene que hacer parar una micro. El día anterior a esta entrevista, el Pata pidió ayuda a un hombre para que lo apoyase y poder subirse a alguna máquina. Pasó una, dos y hasta tres. Finalmente, después de un buen rato hubo quien se apiadó de él y le permitió acceder al transporte.
Eso le preocupa, porque "desgraciadamente yo tomé una liebre y ésta dobló y en la esquina le digo yo al chofer que me voy a bajar y la liebre parte, yo me caigo y nadie me ayudó. También me cuesta mucho para irme, porque no me quieren llevar porque los choferes creen que me voy a caer de nuevo".
Mientras se extiende la conversación, el legendario Pata lanza su mayor preocupación y anhelo: poder operarse de la columna y es por eso que "necesito ayuda".
Según él, ha ido a los servicios de atención médica y "llevo horas esperando, pero no pasa nada, y tengo que juntar la platita para mi pieza".
También cuenta que ha ido en busca de las autoridades a ver si encuentra apoyo, pero no le habría ido bien.Y mientras agrega que permanece esperando viajar a Santiago para intervenirse o incluso en algún país extranjero (para lo cual estaría ya haciendo las gestiones), vuelve a recalcar que lo que más agradece es la ayuda que le entrega la gente, "ya que gracias a Dios me permite vivir".
Es la historia de Guillermo González, parte del libro de la identidad antofagastina, ese misma ciudad que él reconoce "ha cambiado mucho", aludiendo a la llegada de los extranjeros y otras situaciones de las que se ha enterado a través de las noticias.
Más de 40 años de historia que escondían un par de zapatos por los que dice haber sido conocido en todo el país y que ahora permanecerán en el recuerdo.
Si bien se quitó el calzado característico que le dio el sobrenombre, algo que no se borrará de la memoria de la Perla del Norte es el mito que originó al personaje, ese mismo llamado "El Pata Grande", un clásico de pleno centro de Antofagasta.