Una lagartija se atraviesa en nuestro camino, mientras la sensación de tranquilidad al solo escuchar el viento invita a quedarse todo el día en este lugar, un sitio apartado del bullicio de la ciudad.
Y es que en el límite de la población Coviefi, conocido como Las Vertientes, se ubica el Bosque Perdido, un nombre que le viene de maravilla por la zona en donde se encuentra y lo que significa este lugar.
Es una iniciativa que hace poco más de un año lleva adelante Ramón Zavala, un joven vecino de la Coviefi que quiso darle nueva vida a la zona y para eso recibe la colaboración de otras personas.
Neumáticos, piedras de colores que marcan los caminos, vertientes, vida vegetal, zonas de descanso para estar en sintonía con la naturaleza, son parte de lo que El Bosque Escondido tiene para ofrecer a los antofagastinos.
Pero hace unos pocos meses, Ramón quiso ir más allá y entregar una nueva opción para los visitantes. Armada con pallets, una malla que funciona como techo, un par de sillones y estanterías, es lo que dan vida a la biblioteca libre, la que recibe libros de la comunidad para mantenerse cada vez más llena de textos.
Proyecto
"La idea de la biblioteca es que una persona si quiere puede llevarse un libro o leerlo acá (en medio de todo el ambiente de tranquilidad que ofrece el lugar) o si nos quieren donar, todos los libros nos sirven. Este lugar es ideal para sentarse a leer un libro, es tranquilo y tratamos de mantenerlo lo más limpio posible. También hay que saber que es un lugar silvestre y hay que cuidarlo", dice Ramón.
El joven cuenta que poco a poco han comenzado con las visitas escolares, para que tengan la opción de conocer este lugar.
"Hace año y tres meses comencé primero limpiando, plantando algunos arbolitos y protegiendo los peces del sector y todo fue fluyendo gracias a las donaciones de Conaf, además de la comunidad", añade Ramón y agrega que "un día se le ocurrió a una amiga que había encontrado unos libros y que sería bueno ponerlos acá, y gustó tanto que todos han venido a cooperar".
El joven dice que en este pequeño espacio, de prácticamente con nueve metros de diámetro, son alrededor de 1.500 textos, entre libros, enciclopedias, revistas y otros.
"Esto comenzó conjunto con Antofagasta Joven haciendo limpieza en este sector. Lo verde que está ahora no existía y había basura y se me ocurrió la idea de recuperar este lugar, porque yo he vivido casi toda mi vida en la Coviefi y recuerdo cuando esto era verde y había mucha vida", añade.
Mientras Ramón cuenta cómo es el trabajo que realiza junto a sus colaboradores, aparece una familia del sector norte. Supieron del Bosque Perdido a través de las redes sociales y en un feriado no podían dejar pasar la oportunidad de conocer.
Johanna Leyton relata que "esto es bastante hermoso, primera vez que vinimos y estamos bastante sorprendidos. Traje a mis hijos para que vean que también hay otras alternativas para salir a pasear y no sólo como el mall, sino que el aire libre es también muy importante".
Gustavo Cabrera es un joven estudiante de periodismo que también llegó a apreciar este espacio y del cual manifiesta que "es muy bonito, porque le da otro aire a la ciudad y también le hace sentido a la falta de áreas verdes y es muy lindo para que la gente lo venga a conocer, que hay iniciativas positivas y que no todo es tan gris como dicen".
El joven también apunta a que "en el fondo se convierte en un lugar como mágico y que se conocen poco, pero lo importante es que la comunidad lo cuide, que tengan respeto por lo que está haciendo Ramón. Es importante que la gente quiera este lugar, lo respete, lo cuide y también aporte con él".