César Bravo: una historia de amor por el fútbol que le ha servido en su vida
Jugó en Cobreloa cuando todavía estaba en su época dorada, le costó llegar al primer equipo y eso quiere traspasarle a los más jóvenes de club, en un deporte que le ha permitido ayudar a chicos con riesgo social.
Sin duda es un jugador reconocido por su historia en Cobreloa. César Alexis Bravo Castillo contó su historia junto al equipo con el cual sigue trabajando y luchando por tener buenos futbolistas desde la cantera loína.
César Bravo nació en Santiago en abril de 1973. Sus padres llegaron a la capital desde la ciudad de Mulchen con el fin de buscar nuevas oportunidades para crecer en la vida, así como lo han hecho muchos chilenos.
De familia humilde, siempre fue bueno para el fútbol, dado que su padre jugaba de manera amateur.
"Mi padre y mi abuelo fueron siempre buenos para el fútbol. Mi papá fue seleccionado de Mulchen y después en Santiago también, donde jugó bastante y me fui haciendo hincha de él", comentó César Bravo, sobre su relación con el fútbol a través de su familia.
Como veía siempre a su padre y abuelo disfrutando tanto del fútbol, ingresó a la Escuela de fútbol Santa Marta de La Florida, fue ahí donde hizo sus primeros pasos como futbolista, primero estando en la tercera infantil y segunda, en el que cumplía un poco con su sueño de siempre, que era ser futbolista.
Llegada a cobreloa
"Me acuerdo que me enteré por el diario, una vecina sabía que yo jugaba en el fútbol amateur y me mostró el diario en el que salía que Cobreloa hizo el llamado para prueba de jugadores, así que me fui a las canchas de Quilín, donde probaba jugadores Cobreloa, y estaba lleno, las 4 canchas estaban llenas de jugadores y, quedé seleccionado junto a otro chico más", contó el ex defensa loína.
Bravo recuerda también que "estaba Roberto Espicto, ese fue su primer año que ingresó a Cobreloa, y fue él quien me dejó en la categoría de cadetes".
Así fue mostrando su talento en la escuadra naranja, avanzando como corresponde en las distintas categorías de cadetes dentro del club, pero "era motivante, porque no era llegar e ir a Cobreloa", apuntó.
No fue fácil, porque nos cuenta que "don Andrés Prieto era quien siempre iba a ver a los cadetes y yo había sido seleccionado para venir a Calama, pero no se dio en ese año".
Bravo siguió entrenando un tiempo más en Santiago y dice que fue el año 89 el que termina por cambiar todo, porque finalmente tuvo su oportunidad.
"El 89 hicieron unos amistosos, Cobreloa jugó en Concepción y en Talca, después tuvo un partido en Santiago. Toda esa semana se quedaron en Santiago el plantel profesional y nos invitaron a mitad de semana a un amistoso con Rangers y fui a jugar con el primer equipo, junto con tres juveniles más", indicó.
Recuerda que en ese equipo estaba "Mario Osbén, Hugo Tabilo, Carlos Rojas y varios otros jugadores más que nos trataron muy bien, siendo una muy linda experiencia para un cadete de Santiago que era yo en ese momento", comentó Bravo sobre ese encuentro con grandes del club.
Primer equipo
Eran tiempos que llegar al primer equipo de Cobreloa era complicado, los jóvenes tenían que marcar diferencias entre las figuras que siempre tuvo el equipo loíno.
Bravo señala que "en ese tiempo lo tenía todo comprado Cobreloa, te traía todo y lo que compraba eran jugadores reconocidos, tanto nacionales como internacionales, además que muchos eran de selección, por lo que era difícil".
Agrega que a pesar de lo complejo "siempre tuve la motivación de ser alguien, de luchar. Tenía la ilusión de todo niño, un jugador joven que quiere representar al club en el que estaba y afortunadamente se me dio".
Motivación que se les daba desde las cadetes, porque Bravo cuenta que "nos mandaban la ropa del primer equipo, nosotros en Santiago nos vestíamos con las camisetas de la temporada anterior y tenían los nombres, yo usé por ejemplo la camiseta de hugo Tabilo, Puebla, Merello, de Mario Soto entre otras y eso era lindo y muy motivante, porque todos nos creíamos, era una sensación súper grata que teníamos los jugadores jóvenes en Santiago".
Tiempos distintos
Hoy César Bravo está a cargo de dirigir jóvenes que tienen los mismo sueños, pero con distinta motivación.
"Los tiempos han cambiado, la tecnología ayudó a perjudicar al futbolista joven. Nosotros en ese tiempo no teníamos celular, computador o play station, no había televisión por cable, veíamos los partidos que transmitían los canales nacionales, por lo que siempre veías fútbol amateur, esas canchas siempre estaban llenas", comenta.
Agrega que "antes era un privilegio ir al estadio, y la ambición que nosotros teníamos era muy superior, hoy los jugadores jóvenes se conforman con tan poco a veces, que da lástima; da lástima ver jugadores que debutaron y que de ahí nunca más jugaron".
Apunta también a que se ha perdido la identificación con los clubes, "nosotros cuando llegamos acá, los jugadores profesionales nos hacían identificarnos con el club, con el trabajo, con lo que significaba y lo que había que hacer para llegar a ser futbolista profesional".
Trabajo social
César Bravo hoy no está con su familia en Calama, ya es abuelo y quisiera disfrutar más con sus nietos, pero tiene una responsabilidad que le gusta asumir, porque es un hombre de fútbol y sabe que esta es una herramienta muy fuerte para ayudar a las personas.
"El fútbol te ayuda a formar personas, la motivación principal es hacer deportes y enseñar valores a través del fútbol".
Trabajar con jóvenes en riesgo social que "te llena el alma, yo estoy solo acá y hay chicos que necesitan tanto apoyo y uno a lo mejor como persona pública, hemos ayudado a rehabilitar a muchos jugadores, a muchos chicos de la droga, dándole ese amor, ese apego que quizás no tienen en sus casas y eso a mí me ha servido mucho, es como mi terapia, Cobreloa por ser mi trabajo me estresa, y trabajar con chicos con vulnerabilidad social es mi terapia, porque ellos también te ayudan".