Historias y sueños de quienes hicieron de la calle su hogar
La mayoría de estas personas eligieron esta opción por dramas familiares, desamores o problemas con la droga y alcohol. Durante tres meses recibieron ayuda gracias al proyecto "Ruta Calle" de la Seremía de Desarrollo Social.
Son las 20 horas, el frío comienza a sentirse con mayor fuerza en Antofagasta. El reciente cambio de horario parece confundir la vida de las personas en situación de calle. Ahora, hay que acostarse más tarde y abrigar el cuerpo con algo bien caliente para pasar la larga noche.
La mayoría de ellos vive en pequeñas comunidades junto a sus leales perros y sus improvisados albergues, los que están ubicados en el borde costero, las principales calles del centro, plazas o cualquier lugar que permita conciliar el sueño sin peligro y bien abrigados. También en algunas poblaciones aprovechan los espacios abandonados para instalar colchones y carpas hechizas para hacer de este lugar su hogar. "El frío hace doler los huesos, y por eso buscamos diversas formas de abrigarnos", confiesa más de alguno.
Cada uno de estos silenciosos protagonistas arrastra un drama familiar, un desamor o un problema asociado a las drogas o el alcohol. Detrás de cada hombre y mujer en esta situación, hay una historia que impacta, y que se hace más visible en estas frías noches de invierno en la "Perla del Norte". Es la otra cara de la Antofagasta pujante, la capital minera de Chile, esa que no aparece en los afiches pero que es una realidad.
"China, ven para acá", dice Iván Díaz de 47 años a su perrita, una voluminosa mezcla de quiltro y chow chow. Este hombre es de hablar pausado, es oriundo de Vallenar y vive hace más de 23 años en la calle. Desde hace un largo tiempo lo hace junto a otros cuatro amigos para no sentirse solo, y es que en ellos encuentra su lado familiar.
Deambula en el sector aledaño al Parque Croacia y reconoce que la vida le ha jugado varias malas pasadas, pero que esto no afecta su ánimo y sus ganas de seguir trabajando. De hecho, fue abandonado cuando niño y desde ese momento la calle fue transformándose es su hogar.
"Me gusta vivir acá, en la calle. Con mis amigos somos organizados y nos cuidamos, ellos son mi familia. Todos trabajamos en diferentes cosas y la gente de aquí confía en nosotros", dice mientras toma té y mira a sus compañeros... "La calle es mi lugar, soy feliz en este espacio", agrega Iván mientras prepara su marraqueta con margarina antes de acostarse.
Más testimonios
Un par cuadras más al norte, en el corazón de la población Lautaro, encontramos a Jonathan Campos, un joven que tiene su punto de acción al frente de un supermercado. Es de hablar rápido y lo primero que agradece es a los funcionarios de la Fundación Tabor por entregar alimentos calientes a él y sus compañeros, algunos de bastante edad.
Cuenta que es de Antofagasta y su llegada a la calle tiene su origen en problemas familiares, por lo que lleva un buen tiempo viviendo en esta situación y haciendo diversos trabajos. "La gente de la calle necesita ayuda, por eso agradezco a las personas de Tabor que se preocupan de nosotros. Tengo varios años en la calle porque tuve muchos problemas en mi casa. Acá me siento cómodo y vivo el día a día junto a mis compañeros, que con los años ya son mi familia".
Drogas
Algo parecido ocurre con Marco Avila, quien es de Santiago y lleva cinco años en la calle debido a sus problemas con la droga. Reconoce que en este desconocido mundo todo depende de cada persona, y que él siempre se preocupa de andar aseado y hablar bien para no ser discriminado a la hora de pedir ayuda o buscar algún trabajo esporádico.
Por eso quiere salir de la calle y está trabajando para ello. Agrega con orgullo que están laborando en el estacionamiento del supermercado de la población Lautaro, y que su primera meta es juntar dinero y arrendar una pieza, porque admite que el mundo de la calle es complejo y peligroso.
"Fue difícil llegar a la calle, y lo hice por un problema que arrastraba con las drogas (…) No me gusta hacer sufrir a mi familia y estoy haciendo todo lo posible para salir de la calle y mejorarme de mi problema... Espero y sé que lo lograré", cuenta mientras se prepara para descansar tras un agotador día de trabajo.
Así pasan las horas hasta llegar al momento de la despedida, con afecto y cariño, a la espera de un nuevo operativo de la Fundación Tabor y funcionarios de la Seremía de Desarrollo Social. Así, con distintas historias, las personas de calles pasan a ser visibles, contando sus dramas y también sus sueños.
Datos
Según el Registro Social de Hogares 2018, en Antofagasta y Calama viven en esta condición 272 y 296 personas respectivamente, cifras que pueden elevarse dependiendo de las instituciones encuestadoras o de la ayuda social.
A ello se suma que hay quienes decidieron marginarse totalmente del sistema, es decir, no contar con ningún tipo de prestación del Estado al no tener cédula de identidad y ser considerado un "nn".
Precisamente, los dos recorridos del Programa Ruta Calle de la Seremi de Desarrollo Social, que duró cerca de tres meses, permitió visibilizar a estas personas y contribuir a soportar de mejor manera las bajas temperaturas del invierno en la región.