Ignacio Araya
Aunque la comuna como tal se fundó hace 39 años, Sierra Gorda tiene una historia de mucho antes para atrás. Por ejemplo, en su territorio está la oficina Chacabuco, testigo del pasado salitrero y la tragedia de ser un campo de concentración. O la estación de ferrocarriles en Baquedano, donde juntaba el viejo Longino con el FCAB. O Caracoles, importante yacimiento de plata.
Hoy la minería sigue sosteniendo a los dos pueblos de la comuna, Baquedano y Sierra Gorda. La población flotante que viene a trabajar a las faenas se nota hasta en las cifras del censo del 2017: se contabilizaron 10.186 personas y 570 viviendas (eso nos daría la casi imposible cifra de 17 personas viviendo por casa), mientras que para sus habitantes permanentes el mundo de la minería trae de todo. Bueno y malo.
Raúl Álvarez, en Baquedano, dice que en la comuna hay de todo para vivir. Hay pega, buena educación y salud, pero la contaminación es un problema. "La tierra que llega en el día y en la noche la garúa ácida. Es lo que trae la camanchaca, pasa por ahí por donde están las pilas con ácidos, y la viene a dejar para Baquedano", explica. Lo otro, que cree necesario, es una casa de acogida para los adultos mayores. "Hay gente que es ancianita en nuestra comuna y están solitos, entonces sería bueno", dice.
En Sierra Gorda, Carlos Ramírez coincide con la idea del hogar para los abuelos, "porque ya son de edad y no tienen donde vivir. Es como la mona", piensa. A diferencia de don Raúl, el hombre defiende las mineras. Recuerda cuando quebró Flomax, en los noventa, quedó la escoba. "En Sierra Gorda no había qué hacer. Tuvimos que migrar a todos lados para poder subsistir", señala. "Si cerraran todas las mineras, ¿a qué se dedicaría usted? ¡a criar piojos!".
Identidad
Débora Paredes piensa que las mineras deberían tener mayor responsabilidad con el entorno, y eso se puede lograr con mayor desarrollo en la comunidad. Sin embargo, lo que echa de menos es un Registro Civil o una sucursal de banco. En Sierra Gorda hay un solo cajero que, según ella, queda sin plata cuando bajan los trabajadores al turno. "Y cuando vamos a hacer uso los vecinos, ya no hay nada que hacer".
Un museo o algo que rescate la identidad de Sierra Gorda sería una buena idea para la vecina Violeta Fredes. Lo dice porque siente que no tienen ese arraigo identitario. "Si bien es cierto tenemos Caracoles, pero no tenemos nada que nos identifique como Sierra Gorda", piensa. Violeta Fredes dice que si se han encontrado osamentas u otros registros históricos, debieran quedar en el pueblo para darlos a conocer e impulsar el turismo.
Fredes también habla de la contaminación y la polvadera. "Usted limpia un vehículo a las 12 del día y a las 2 de la tarde ya está blanco", asegura. "A simple vista no se percibe, pero uno lo ve en los muebles, en los autos. Los niños andan todos prácticamente con alergia por el tema del polvo", dice sobre el pueblo, parte del territorio comunal que también necesita, a su juicio, una sala cuna para niños menores de dos años.