Parlamentarios
Estimado director:
En agosto de 2013 realicé la siguiente pregunta ¿Más parlamentarios en el Congreso es sinónimo de mejor gestión, incluso aceptando que, según sus promotores, el aumento de la dotación no implica en absoluto, un aumento de gastos para los chilenos?
Y la contestaba con dos respuestas: No, si se mantienen los exiguos requisitos para los nuevos postulantes al Congreso, ser chileno, tener 4º medio y literalmente respirar.
Sí, y no solamente como resultado de un potente y sostenido aumento de los mencionados requisitos a los candidatos, más acordes a lo que Chile hoy requiere, sino que además con el convencimiento de los nuevos congresistas asumirán para estar al servicio del país y de sus electores, y no para que ellos se sirvan del país y de sus electores para lograr sus sueños personales, familiares o grupales. Nadie puede negarles que tengan sueños, pero lo reprochable es que los hagan realidad a costa de la señora Juanita, situación que ha llevado a la paupérrima imagen que hoy tiene la ciudadanía de toda la política.
Hoy, seis años después, es muy pertinente volver a responder la misma pregunta, y en este caso es con un No rotundo. Para comenzar, los requisitos siguen siendo los mismos y llegar al Congreso es más fácil que postular para repartidor de pizzas en moto. Esto un día se la comenté a un senador y por su expresión, encontró que no andaba tan perdido frente a los innumerables requisitos y condiciones que todo chileno debe cumplir para postular a su añorado trabajo. Además, se ha profundizado la brecha entre la ciudadanía y los políticos ¿Motivos se preguntará usted? El ver por ejemplo, que se preocupan de promover los días del completo, la brisca o del run run, cuando los chilenos tenemos otros problemas mucho más importantes y que necesitan de rápida solución, o cuando por unanimidad aprueban el aumento de sus ya jugosas dietas, por nombrar algunos.
Parlamentarios más, parlamentarios menos, lo que importa que en número sean los que Chile requiere hoy, excelentemente preparados, seleccionados tras rendir exigentes pruebas en materias propias de su trabajo legislativo, sicológicas y otras, que cada elector conozca muy bien a cada candidato antes de la elección, para que decida su voto por sólidos argumentos y no como es hoy, por una sonrisa, por una foto en la feria, por una empanada, porque se lo recomienda un vecino, porque lo encuentra simpático o por orden de partido. Solo la rigurosidad de cada elector llevará a Chile a tener el parlamento que se merece. En resumen, extrema calidad y en la justa cantidad, nada más y nada menos.
Luis Enrique Soler Milla