Ola de sismos a lo largo del país preocupa a los chilenos
Por eso, el geólogo Pablo Osses, explicó a La Estrella los mitos y verdades de los temblores
Agosto le ha movido el piso a más de algún chileno. El mes de los gatos y del corazón también ha sido el mes de los temblores. Sólo considerando aquellos sismos cuya magnitud superó los cuatro grados en la escala Richter, han habido al menos 14 de este tipo. ¿Pero es señal de algo más? La Estrella conversó con el geógrafo de la Universidad Católica, Pablo Osses, que nos aclaró el panorama y negó de plano que el clima tenga algo que ver con los temblores.
¿Estos sismos son parte de un fenómeno?
Son parte de la naturaleza física de Chile. Este no es un país donde vamos a estar en calma, es el país más sísmico del mundo. Por lo tanto, es esperable que tengamos temblores de baja, mediana y alta intensidad. El norte es una zona históricamente sísmica, que además está en condición de tensión sísmica. Por lo tanto, es esperable que haya una actividad normal o un poco más intensa en esa zona.
¿Eso es signo de que vaya a ocurrir algo más grande?
No necesariamente, puede ser, pero no necesariamente. Son hechos aislados.
¿Cuándo hablamos de un sismo de baja, mediana o alta intensidad?
Son medidas relativas, no son medidas cuantitativas técnicas. Por ejemplo, el terremoto de Haití, que devastó al país, fue de una magnitud similar a la réplica del cambio de mando que tuvimos en Chile, que acá sólo generó temor. Tuvieron iguales niveles en Richter, que es una escala objetiva, y tuvo efectos muy diferentes. Esto depende del tipo de población e infraestructura. Por eso existe la escala Mercalli, que no mide el tamaño de la fractura o la magnitud, si no la intensidad, que es cómo lo perciben las personas. Y ahí hablamos de sismo mediano o suave, relativamente.
¿Influye el suelo en la percepción de los temblores?
En zonas de montaña, el movimiento tiende a ser menor, en cambio en zonas donde se ha rellenado con arena, o bien zonas que fueron pantanosas, tiende a haber un movimiento más laxo, por la misma plasticidad del material. Donde hay cordillera son zonas muy estables, y las zonas de valles son un poco más inestables.
¿Estamos más preparados que hace tres años para enfrentar un terremoto?
En infraestructura el país está preparado, resistió bien. Institucionalmente aún hay tareas pendientes, en términos de coordinación y comunicación entre instituciones y validación frente a la población. Por otra parte, los ciudadanos sí están mucho mejor preparados.
¿Se quebró la confianza?
Después del terremoto quedó en cero, y ha costado mucho componerla porque también han habido desaciertos en eventos un poco más importantes. Tampoco la autoridad ha dado muestras frente a una emergencia real.
En cuanto a simulacros, ¿queda camino por recorrer?
Es bueno enseñar a la población, yo creo que especialmente en las zonas costeras el entrenamiento de evacuación hay que seguir haciéndolo permanentemente, hay que poner letreros, es una tarea que no puede acabar. Porque ante un maremoto, es lo único que podemos hacer. Con el tsunami de Japón quedó demostrado que la infraestuctura no sirve de nada, que lo único que es válido es la educación.
