Desgarrador. Los gritos de su madre se escuchaban guturales entre los edificios ubicados en calle Trumao 1100 de la Coviefi. Ahí, en el piso, sobre una de las pequeñas plazoletas, yacía inerte el cuerpo de Anthony Chubwana.

Un accidente impensado, dramático y desolador le quitó la vida. Mientras jugaba en su pieza del piso 11 cayó hacia el vacío.

De nada sirvieron los más de 45 minutos que el Samu del Hospital Regional dedicó a intentar mantener ese hilo de vida. El impacto, devastador, lo mató casi al instante.

Otro menor fue el encargado de llamar a esta unidad de emergencias, debido a que sus padres, de origen africano, nada sabían de español.

Cerca de las 18:55 su vida se apagó para siempre dejando a sus padres tan golpeados y shokeados que sus gritos podían escucharse en todo el condominio.

Al lugar llegó carabineros y luego la Brigada de Homicidios de la PDI, que pudo rearmar la desgracia de su caída, desde ese momento ínfimo en que se descuidó y pasó por la abertura de la ventana al vacío.

Politraumatismos graves, le quitaron la vida, en medio de la pena de todos los que participaron en su rescate. Funcionarios del SAMU, vecinos, amigos, tías de su jardín. Todos, lloraron una muerte tan desgarradora como accidental.

El cuerpo del pequeño, fue derivado al Servicio Médico Legal, donde se le practicará la autopsia de rigor.

El bebé era el único hijo de esta pareja, que hace tres años había llegado de Zambia buscando un mejor pasar. El padre se desempeñaba en BHP Billiton y el niño era el único nexo de lenguaje y de vida con esta comunidad que los acogió.

Hasta bien adentrada la noche, sus progenitores intentaban explicarse cómo pudo caer desde el piso 11 de la Torre 3 del edificio Alcázar del Mar.

Su madre, no quería pensar en nada. Lloraba desesperada mientras el cuerpo de Anthony era levantado.

Tres años residiendo en Chile llevaba esta familia, cuyo único hijo era el pequeño Anthony