Gabriela Mistral
En el Liceo Marta Narea Díaz trabajan la autoestima de los chicos con la vida de la poeta.
l Rodrigo Ramos B.
En un papel dispuesta en el costado de un estante hay dibujado un corazón gordo. Lo hizo una chica que se deprimió luego de experimentar la muerte de su madre. La chica, algo desorientada y con la autoestima en el suelo, arribó al Museo Gabriela Mistral en busca de respuestas. Oriana Vega, la profesora, la guió para que la joven se recuperara. De esa manera la poesía actuó con un fin que puede denominarse como terapéutico; ayudó a la chica a sacarse la pena y también creer en ella.
El Museo de Gabriela Mistral en Antofagasta, funciona a un costado del Liceo A-17 "Marta Narea Díaz". La entrada al público general es por calle Uribe, y atiende desde las 9 horas. Sin embargo el lugar es utilizado por los alumnos del liceo en actividades culturales. Gabriela Mistral vivió casi dos años en Antofagasta, entre 1911 y finales de 1912; en la oportunidad trabajó como inspectora general en el liceo mencionado, además de ser cronista en El Mercurio de Antofagasta.
Oriana, mirando una figura de Gabriela, cree que todas las personas pueden trascender. La mujer cita una anécdota de Gabriela Mistral. "Cuando estaba en el colegio, a ella le decían ladrona. Por su talento innato provocaba envidias. Yo le digo a los chicos que a pesar del bullying, la mala onda, los problemas, pueden ser importantes; de eso se trata. Gabriela es inspiradora", dice.
El Liceo A-17 atiende a sectores vulnerables. Hay chicos de familias de inmigrantes que arriban casi al alba al colegio, pues sus padres trabajan temprano. Hay otros problemas complejos como que las chicas con baja autoestima adopten la mala costumbre de cortarse los brazos y las piernas; es algo frecuente. Hay bullying.
Siempre es un desafío, dice Oriana. Los chicos le colaboran, se entusiasman con la cultura.
A la profesora le llama la atención que los chicos colombianos, peruanos o bolivianos conozcan más de la vida de Gabriela que los chicos chilenos. "Los extranjeros son muy alegres. Aquí bailan reggaetón y leen a Gabriela. Les gusta mucho su poesía".
La relación de los escolares con el museo, dice Oriana, a veces no es aprobada por personas mayores. "Hay mucha gente que reclama porque, según ellos, los chicos no respetan y que el museo debe ser serio; idea que no comparto". J