Poeta Miguel Morales: "no soy huraño, soy sarcástico"
Un grupo de antofagastinos postuló al vate al premio Linterna de Papel.
l Rodrigo Ramos B
Habla bajo. A ratos hay que acercarse para escucharlo. Por estos días el poeta y librero Miguel Morales Fuentes, viudo, 74 años, dos hijas, destina parte de su tiempo al cuidado de su hija Marietta. Dice que lo de Marietta pudo ser peor. La mujer fue atropellada. El poeta afirma que permanece dolorida, pero lo importante es que se está recuperando.
Este poeta que radica en la ciudad desde 1967 con algún intervalo, fue postulado por un grupo de antofagastinos al premio Linterna de Papel 2013, que reconoce a personas que han destacado en la cultura. "Cualquier acto de simpatía es bien recibido, aunque no busco nada", dice el hombre, desde una mesa en la Casa de la Cultura.
La producción literaria de Morales, es escasa pero de calidad; esta última opinión es casi unánime en la variopinta tribuna literaria local. Se reconoce autoexigente. "Trabajo los poemas a largo plazo y no me entusiasmo más de la cuenta por publicar".
Si el hombre repara la pequeña imprenta que mantiene en su casa ubicada en las cercanías de la Feria Las Pulgas, pronto leeremos las "Mil y una breverías", el cuarto libro de Morales. Explica que las breverías son un juego irónico para entretener y molestar; idea que desarrolla desde hace varios años. Sus libros anteriores son: "Elegía y regreso" (1965), "El herrero y su noche (1972) y "Los versos del Tipógrafo Huraño" (2000).
Al hombre de sombrero y corbata se le dibuja una sonrisa, cuando aclara que no es huraño. "Soy sarcástico; tengo un humor incómodo".
Don Miguel admite que no es muy comunicativo en el barrio. Dice que poco y nada conversa con los vecinos. "Uno que otro me dice poeta".
Los fines de semana los consagra a vender libros en la Feria Las Pulgas. "Hoy nadie compra un libro por gusto, en consecuencia vender literatura para lectores es un fracaso. En consecuencia expendo textos que piden en la escuela. Esto hace ingrato el trabajo", afirma.
Una pensión de exonerado político de $ 145 mil pesos y los alrededor de $ 150 mil que logra con sus libros engendran su sueldo. "Nunca he estado bien; sobrevivo. Tampoco nunca alcancé la miseria", dice con tono suave.
En lo económico se define como un "equilibrista".
Sin embargo hubo tiempos más difíciles. Después del 11 de septiembre 1973, cuando la mayoría de sus compañeros de la imprenta de la Universidad del Norte fueron detenidos y el se salvó, pues a ratos su figura frágil parece invisible, partió por un tiempo a Santiago. En la capital pudo sacar adelante a sus hijas como un perfecto "maestro chasquilla" al no poder encontrar un trabajo estable.
El oriundo de la localidad de Capitán Pastene, regresó a Antofagasta en 1992. "Desde esa fecha que me convierto en momia", dice liberando una sonrisa tímida.
Una señora le pregunta por el estado de salud de su hija. Miguel Morales le explica que está mejor, recuperándose. J
Miguel Morales mantuvo lazos con varios literatos. A mediados de los años 60, en Santiago, compartió noches de bohemia con Rolando Cárdenas y Jorge Teillier. En Antofagasta se relacionó en los días de la Unidad Popular con Andrés Sabella y Guillermo Ross-Murray. Morales participó en la revista literaria "Tebaida", que a finales de los años 60 reunió el trabajo de poetas del Norte Grande.
