Natalia Peña, la mujer que no puede llorar
Un doble golpe en la cabeza por perseguir a un hámster le cambió la vida a esta tocopillana. "No se puede vivir así", dice.
l Rodrigo Ramos B.
Ricky Martin en el Festival de Viña del Mar la terminó por convencer que no puede llorar. Esta vez no funcionaron las canciones de antaño y la activación de los recuerdos de su juventud en Tocopilla.
También falló una película que vio con su marido, donde unos niños padecían cáncer. Miró a sus hijos de 10 y 9 años e imaginó el drama por el que atravesaban los padres de esos chicos enfermos.
Antes del accidente transformaba sus emociones más potentes en lágrimas.
Tampoco pudo hacerla llorar aquel día en que recordó con boleros de fondo un año más de la partida de su querida madre. Ni siquiera el picado de la cebolla para el guiso provocó el, a estas alturas, codiciado lagrimeo en la señora Natalia Peña Rojas, 40 años, casada y dos hijos.
Un fuerte golpe en la cabeza por culpa de un hámster provocó el trastorno.
Si no habría sido por ese roedor travieso hoy la señora Natalia podría llorar y oler; pues también perdió el olfato.
La señora lleva tres meses viviendo con estas limitaciones; asunto que la mantiene intranquila. No sabe si recuperará la normalidad.
Fue una mañana cuando se escapó el hámster. El animalito se escondió en un lugar de la casa que sólo era posible alcanzar a través de una escalera. La señora Natalia se encaramó con la escalera. Cayó de una altura de un poco más de dos metros. Vino el golpe con un borde de la puerta. Luego azotó su cabeza contra el suelo. Despertó un par de días después en el hospital de Antofagasta, sin tener claro qué había sucedido; inclusive preguntó por su madre ya fallecida. Imaginó que estaba viva.
Uno de sus hijos le reconstruyó la historia. El chico le explicó cómo se había caído y el alboroto que se armó en el sector donde viven por el accidente de su madre.
Dice que la gravedad del golpe provocó su traslado desde Tocopilla. Fue un tec abierto. "Los médicos me dicen que al principio no reaccionaba. Con el paso de los días fui mejorando. En un momento sentía como si tuviera un yogurth dentro de mi cabeza".
-¿Cómo es eso?
-Me sentía como mareada. No podía estar en pie.
Dice que un efecto del golpe ha sido la pérdida del apetito. Al principio vomitaba. Reconoce que ahora le ha invadido un desinterés por la comida; asunto que puede ser efecto de la carencia de olfato y gusto.
-¿Cómo señora, no siente el sabor a las comidas?
-No. Nada. Cuando cocino recurro a mi experiencia en el sazón. De igual modo le pregunto a mis hijos si está salado.
No siente el desodorante ambiente, ni menos los perfumes.
Natalia reconoce que el cariño y apoyo de su familia ha sido fundamental para sopesar este complejo momento en su vida.
Su marido, por ejemplo, se ha hecho cargo del kiosco que mantienen en una importante arteria de Tocopilla.
Aquel kiosco es una tradición familiar, dice Natalia. Lleva 42 años con el negocio que puede decirse fue heredado de su padre a quien en Tocopilla lo conocían como "el peñita". El hombre distribuía los diarios. En consecuencia Natalia es conocida como la "peñita chica".
Una pasión de Natalia son los animales. Dice que ayuda a los perros vagos. Eso explica la presencia de los hámster.
Natalia dice que en este tiempo de recuperación ha estado dedicada a la casa y a sus hijos, a quienes acompaña a la playa y en sus actividades deportivas. Cuenta con orgullo que uno de los chicos juega en el mini mundial, torneo que se desarrolla todos los veranos en Tocopilla.
Su proceso de recuperación continuará en los próximos días en Antofagasta, donde debe hacerse varios exámenes.
-¿Cómo han mitigado los gastos por la enfermedad?
-Le pregunté a mi marido y me dijo que estaba todo controlado. No me quiere decir para que no me preocupe. "Supongo que todo ha salido bastante dinero".
Natalia reconoce que espera recuperarse. Dice que quiere volver a sentir las lágrimas. "No se puede vivir sin llorar". J
