Les presentamos a Jonathan, el violista de la Feria las Pulgas
Este joven de 22 años congeló sus estudios de música en la Universidad de Chile.
l Rodrigo Ramos B.
Jonathan Rivera, 22 años, no parece consciente de lo que invoca. Yesterday, la célebre canción de los Beatles compuesta por Paul McCartney, interpretada en viola, sosiega a un rincón de la Feria Las Pulgas donde las ondeantes poleras colgadas en un palo segregan un aroma a frazada sucia.
El rincón de Jonathan parece una isla en medio de la paranoia que exhala el bazar de chucherías en un fin de semana. El sosiego puede hallarse en los rostros de quienes lo escuchan. El sonido de la viola aparta. Jonathan de cabello desordenado, ojos que ni se le ven y hablar reposado como su música hace un alto, respira y luego sigue con una composición de Mozart, a pedido de su público.
Un señor de lentes oscuros, de cuerpo ancho forrado en una camiseta de pique tono melón, es su público y le aplaude con sus manos pequeñas.
Luego el señor deja unas monedas adentro de la caja de la viola. Y Mozart debe convivir con Wisin y Yandel, Luisín y Luisico y tanto mete bulla de mala calaña. Y Las Pulgas son un consabido shapsui para los sentidos donde algunos no tienen idea lo que venden; y lo venden pues hay que sobrevivir.
Juguetes asoleados, cordones de zapatillas flúor, diccionarios de sinónimos y antónimos, coexisten al lado de una pequeña parrilla donde una mujer de brazos chiclosos y sonrisa amistosa asa unos choripanes. Los gordos embutidos ahora parecen bolas de árbol de pascua con el adorno de las salsas de colores contenidas en los pocillos.
El choripán compite con el bronceado crocante de las empanadas fritas y los oleosos sándwich de reineta; más allá una señora extrae esas bolsas con jugos tutti frutti que le llaman guarapos y que son una amable alternativa para las bebidas, que cada vez están más caras. Y en medio de la vorágine colorinche y casquivana, surge la estampa larguirucha de éste Jonathan de Las Pulgas.
Jonathan Rivera estudió dos años en la escuela de música de la Universidad de Chile. Reconoce que congeló sus estudios. Tiene tiempo, dice. Es joven y lo motiva viajar pues está seguro que su viola le deja dinero para vivir. Podría recorrer el mundo de esa manera, dice como si hubiera descubierto la pólvora.
El músico de chasquilla afirma, con su pera puesta en la madera lustrosa de la viola, que Antofagasta es un buen lugar para ganar plata. Durante la mañana tiene un trabajo formal y por la tarde toca la viola. Los fines de semana el joven se encaja en Las Pulgas. Una vez le dejaron cinco mil pesos por su música. Fue el billete más valioso que logró una versión en su viola de Paul McCartney.
Interpreta a Los Jaivas y a Silvio Rodríguez. Lo que le pidan, dice. El joven con tono seguro afirma que melómanos hay en todos lados.
Jonathan atenaza la viola y esta vez emprende la música de la película la lista de Schindler. Más de alguna cabeza se ladea por la tristeza. Y cuando nos alejamos la melodía se desfigura por el runrún de la compra y venta hasta esfumarse. J
