de la televisión
Figuras de la pantalla chica se han desplegado a lo largo de la zona que sufrió el sismo.
l Rodrigo Ramos Bañados
Los niños son los primeros en llorar. Isidora, de 10 años, grita. No quiere que la tierra se siga moviendo. La ciudad queda a oscuras. El protocolo ya está automatizado. Esta vez al kit de emergencia, se suma una carpa. No sé sabe cuántas horas demandará la espera.
La noche del miércoles, con un terremoto grado 7,6 la espera fue de alrededor de 4 horas. Recién a cerca de las 3 de la madrugada, la gente pudo regresar a sus casas.
La caminata hacia la zona de seguridad es lenta y ordenada. A ratos filmada por cámaras que aparecen de repente. Medio hora después del terremoto 7,6 que se produjo a las 23.43 del miércoles, una cuarta parte de la ciudad descansa en el estadio Tierra de Campeones de Iquique, zona de seguridad. El lugar es reguardado por militares y reconocidos rostros de la tv. Hay calma. De algún modo la magnitud del terremoto indica que las consecuencias no serán tan grandes que como el terremoto anterior, el 8,2.
Lo cosmopolita de Iquique queda en evidencia en la cancha del estadio. Hay chinos, pakistaníes, peruanos y colombianos, entre otros. En el susto no hay idiomas. Las miradas hablan de tensión, pero no pánico. Bajo las carpas y el césped del estadio continúa temblando. Son temblores intensos pero breves.
Cada media hora los helicópteros suben y bajan. Transportan personas enfermas o heridos. Las cámaras de televisión siguen el ajetreo.
Los rostros de los canales de televisión transmiten en vivo. Está la delgada Mónica Rincón, por un lado, haciendo entrevistas. Consulta sobre dónde estábamos para el terremoto y cómo lo vivimos. Mónica Rincón no para. Dos horas más tarde la vemos haciendo el mismo trabajo.
El rumor sobre la llegada de Amaro Gómez Pablos se esparce dentro del estadio. Amaro, con su ropa beige delgada, aparece por un costado. Son varias a quienes se les olvida el peligro y corren detrás del rostro televisión. Amaro se detiene y como un ídolo de la canción, posa para sus admiradores. Los chinos miran la escena y no entienden. Amaro camina lento. Luego busca a una señora sola, angustiada, u otra persona con rostro de pena y pregunta. Las luces de televisión, por lo menos, abrigan en la noche húmeda.
Martín Cárcamo también busca la señora apesadumbrada, la señora que sufre, el rostro triste. Bien abrigado con un parca el rubio Martín saca la cuña y parte a otro lado. J