Historia y progresoRestos de cemento
Me contaba mi abuelo que en las antiguas noches antofagastinas, por sus calles pasaban carretones tirados por mulas, en los cuales se llevaba tinajas. El conductor y los ayudantes, anunciaban a gritos su presencia, y de las casas los moradores sacaban tarros u otras vasijas, las que contenían excrementos y orines humanos. Ése era el sistema para eliminar las heces, cuando los patios ya no resistían un nuevo pozo negro.
A raíz de las enfermedades y de lo desagradable que resultaba el sistema, se empezó a hablar de construir un alcantarillado. Y entonces, los conservadores de siempre gritaron: ¡Cómo se les ocurre! El alcantarillado significará la ruina de las empresas de retiro de mierda humana. Habrá muchos cesantes. Y qué me dicen de los criadores de mulas, o de los fabricantes de carretas, o del destino negro que espera a los pobres vaciadores de tarros en las vasijas de los carretones!
Hoy el tránsito impune de concentrado de cobre y de otras sustancias o elementos peligrosos por la ciudad, para ser embarcados en el puerto, crea alarma y cunde la conciencia de que hay que eliminar este tipo de carga por el puerto de Antofagasta.
Entonces los que venden estructuras metálicas para fabricar galpones, o los que tienen una empresa que tramita el embarque y desembarque de mercaderías, o los que son dueños del ferrocarril o de flota de camiones, gritan: ¡No toquen el puerto, que siga todo igual, no cometan locuras, Antofagasta nació con el puerto!
Pero estas voces son las mismas que a fines de los '80 se oponían a que se erradicara del centro norte de Antofagasta a la exfábrica de ácido sulfúrico; o que les parece mal que los estanques de combustible sean trasladados desde la Costanera.
Son voceros del pasado, del antiprogreso. A ellos les digo: Por favor, miren el calendario. Ahora miren la ciudad. El tiempo pasa, la ciudad crece, el progreso exige cambios de paradigmas. Aquellos buenos viejos tiempos, ya no son lo mejor. Ahora son tóxicos. Párense desde su modorra, y miren al futuro: Ya nadie compraría un Ford T, a no ser que sea para un museo; ya nadie quiere calles alumbradas por chonchones de aceite; ya el nivel de desarrollo de la ciudad exige nuevos horizontes. O cambian sus modos de producción o el progreso los arrasará.
Lorenzo Reyes Orellana
periodista
Quería saber si alguien controla o fiscaliza a los camiones que trasladan material de construcción, como los de cemento, porque en varias calles quedan restos de material pegado y nadie los retira o limpia. Y los que pagan el pato somos todos los conductores.
Nelson Araya
