Entre frenadas, aceleradas, bocinazos, miradas fieras, fugaces, y un tráfico intenso, un cabezudo, con uniforme de Carabinero, saludaba cordialmente esa mañana de viernes en la Costanera Norte. Me sorprendió la visión, una sorpresa grata. Fue simplemente un amigo en su camino.

Quizás más que nunca se puede decir hoy de Carabineros de Chile que es una institución polifacética, pues presenta muchas caras: la del policía amable, al cual se recurre para preguntar o pedir amparo; el que dirige el tráfico con gestos claros y autoritarios; el que montado lanza su caballo contra deportistas desbordados o estudiantes ansiosos de justicia; el que acude a los hogares respondiendo a una denuncia por agresión familiar o robo; el que también a caballo resguarda nuestras fronteras; el que con sensores busca bombas para proteger a nuestra Presidenta; el que hace consultas capciosas y supuestamente inteligentes para diagnosticar quizás que realidad; el que apalea a los huelguistas cansados de no ser escuchados; el que en los colegios muestra el lado amoroso de los perros adiestrados; el que pilotea helicópteros y transporta heridos; el que no duda en lanzarse al mar o río para salvar a un bañista en peligro de ahogarse; el que asiste a la parturienta y la ayuda a traer a otra personita a este mundo; el que desfila con paso gallardo en un estilo más militar que policial.

'Duerme tranquila niña inocente, sin preocuparte del bandolero, que por tu sueño dulce y sonriente vela tu amante carabinero', dice la 5ª estrofa de su himno institucional. Yo, que debo tomar todos los días la Costanera Norte a la altura de los condominios Jardines del Norte, agradezco públicamente el que Carabineros desde hace algunos días despliegue personal a lo largo de la avenida, dirigiendo el tránsito.

Quizás por ello se debiera agregar a su himno algo así como 'Conduce tranquilo buen ciudadano, que tu vía permanecerá segura y expedita, con el apoyo de Carabineros'.

Lorenzo Reyes Orellana

periodista

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