Aprovechando las vacaciones de invierno, fuimos con mis sobrinos provenientes de Santiago a disfrutar las playas de Mejillones. Ciudad maravillosa, llena de encanto, con su gente cariñosa y sus playas tan hermosas.

Llegamos al puerto gracias a Megatur, que con tanta responsabilidad y solidaridad para el turismo, nos trasladó con un servicio eficiente.

Llegamos a Mejillones después de una hora y cuarto de corrido a la playa. Estaba despejada y limpia, caminamos viendo los lobos marinos, los guajaches y las gaviotas y los muelles pesqueros, la gobernación, y todas las construcciones que casi llegaban a Punta de Angamos. Con Esteban, el hijo de 11 años de mis sobrinos, trotamos 30 minutos por toda la orilla de la playa, capeando las mareas y algunos huiros. ¡Qué agradable sentir la brisa del mar golpeando nuestras mejillas y el grito de los lobos, el canto de las gaviotas. Es algo inolvidable!

Después del trote nos refrescamos en sus aguas.

Tomaron fotos, videos de todo lo que les llamó la atención, como recuerdo de nuestra vivencia. Después de disfrutar de las playas, llegó la hora de almorzar. Ingresamos al restorán Zlatar y sus dueños yugoslavos, tanto el caballero como las damas, nos recibieron muy atentamente. Estaba repleto, atendido por simpáticas damas colombianas y bolivianas, y a decir verdad, todo fue de maravilla. Disfrutamos la rica Albacora con agregados y ellos la exquisita paila marina. No pudo faltar el rico vino, todo de primera ¡Felicito a los propietarios y a las simpáticas damas! Mis sobrinos quedaron encantados. En el restorán de los turistas se notaba toda la alegría de los comensales, a pesar de ser jueves. Finalizando el almuerzo, agradecí al propietario del distinguido restorán.

Felicitaciones a su alcalde Marcelino Carvajal por tener una ciudad amable y bella ¡Gracias Marcelino, gran amigo!

Los vehículos de los residentes, en los Pasos de Cebra se detenían con gran amabilidad y cortesía, no solo por cumplir una regla del tránsito, sino dándonos la bienvenida. No en vano Mejillones ha sido inspiración de artistas, pintores y poetas en un puerto de amor.

Sus calles limpias, vigilancia en las playas y en los paseos, la avenida de Pelotillehue, con Condorito y todos sus personajes, el avión imponente con su figura, su envidiable museo y escuela y sus juegos infantiles, se nota una preocupación de los concejales.

Mis parientes se fueron complacidos y al publicar esta carta, ya estarán en la comuna de Maipú, de donde venían y estarán recordando con nostalgia la belleza de Mejillones, de lo cual los antofagastinos debemos sentirnos orgullosos. Las riquezas naturales que posee son envidiables y su gente vive feliz. Es como si la divinidad se apoderara de nuestros corazones al palpar tanta tranquilidad, lo que podemos sentir al retirarnos a la playa a observar la puesta de sol, las gaviotas y de las naves, sacando los peces del mar.

Jorge Raúl Díaz Pacheco

profesor