Ausencia de Dios
dinos lo que piensas
'Muchas definiciones se pueden dar de nuestra época: edad del maquinismo, del relativismo, del confort o de la tecnología.
Mejor se diría una sociedad de la que Dios está ausente.
Esta despreocupación de Dios no está localizada en un país: es una ausencia universal. Es un hecho, y una intención sistemática.
Dios está ausente, expulsado del corazón mismo de la vida.
La sociedad se ha encerrado en este rechazo a Dios y su ausencia la hace morir. El sentido del hombre ha reemplazado al sentido de Dios...
Estaba reservado a nuestro siglo una negación de Dios y su reemplazo por el hombre. El pecado del mundo actual es, como en tiempos antiguos, la idolatría, ¡¡la idolatría del hombre!!
Dios en sí mismo no parece interesarnos. La contemplación está olvidada, la adoración y la alabanza son poco comprendidas.
Muchos piensan que la contemplación es una especialidad buena -y aún eso se discute- para monjas y religiosos.
Al hombre de mundo solo le corresponde trabajar y gozar.
Los grandes ídolos de nuestro tiempo son el dinero, la salud, el placer, la comodidad y la tecnología: lo que sirve al hombre. Y si pensamos en Dios siempre hacemos de Él un medio al servicio del hombre: le pedimos cuentas, juzgamos sus actos, nos quejamos cuando no satisface nuestros caprichos.
A veces Dios es un cómodo vecino a quien se puede pedir ayuda en apuro o en caso de necesidad.
Cuando no se puede salir del paso, se reza, esto es, se pide al bondadoso vecino que lo saque del peligro, pero se volverá a olvidar de Él cuando todo salga bien.
El criterio de la eficacia, el rendimiento, la utilidad, funda los juicios de valor. No se comprende el acto gratuito desinteresado del que nada hay que esperar económicamente.
Mucho menos se entiende el valor del sacrificio, el profundo sentido del fracaso, como la Redención (que) fue un fracaso humano.
Hasta los cristianos a fuerza de respirar esta atmósfera estamos impregnados de materialismo práctico: confesamos a Dios con los labios, pero nuestra vida está lejos de Él.
La inmensa amargura del alma contemporánea, su pesimismo, su soledad... la neurosis y hasta la locura, tan frecuente en nuestro siglo ¿no son el fruto de un mundo que ha perdido a Dios?
Ya bien lo decía San Agustín: Nos creaste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti.
Cuando olvidamos la presencia de Dios... nuestra vida pierde poco a poco su sentido y su razón de ser.
El entusiasmo primero se gasta, el brillo, el fuego del corazón se entibia porque no se vive por él, porque su presencia no actúa, porque no es más que un concepto que pensé pero en el cual pienso, y cuando llego a 'pensar' es con la frialdad del filósofo que reafirma estar en la verdad, pero no la vive'.
(Mensaje del Santo Luis Alberto Hurtado)
Myriam Richards M.