OJO DE COCODRILO
l ¿Se acuerdan que hace un tiempo estaban malos los solmáforos? En Coloso está funcionando perfecto. ¡Bien!
l ¿Se acuerdan que hace un tiempo estaban malos los solmáforos? En Coloso está funcionando perfecto. ¡Bien!
Después de haber ido hace unas semanas al Festival de Antofagasta en las Ruinas de Huanchaca, a la salida quedé metido con el edificio que estaba ahí cerca. O sea, yo cachaba que había un museo, pero no había entrado nunca. Hasta ayer, cuando me dije a mi mismo "Mismo, ¿por qué no te das una vuelta por allá?".
Amablemente, Fernando Zúñiga, director de investigaciones del Museo Ruinas de Huanchaca, me reconoce desde lejos. "¡Don Coco! ¿Cómo estás?", dice. En la buena onda, Fernando me invita a recorrer el edificio por dentro para contarme la historia de este monumento.
Antes de convertirse en ruinas, todo este lugar era una antigua fundición de plata boliviana, que dejó de funcionar en 1902. Si se fijan, hacia el sector del rodeo funcionaba una cantera, desde donde salió la roca que incluso se utilizó para construir el puerto de la ciudad.
El lugar es apasionante. Comenzamos por una exposición que muestra toda la historia del salitre, desde el siglo 19 hasta ahora. "Esta expo es de nuestras últimas adquisiciones, que mezcla el concepto cultural y la industria. Hay módulos interactivos y una gran línea de tiempo con los personajes, los hechos, los hitos de tecnología que se desarrolló", cuenta Fernando. Además de piezas exclusivas (las fotos que están acá no las podrán ver ni en libros ni revistas), hay obras del pintor Luis Nuñez, el mismo que pintó la ex U. del Mar. Hay una pulpería y un pique minero, y uno se puede tomar fotos como si estuviera allí.
Vamos avanzando por el pasillo, y Fernando me habla sobre los módulos que la componen. Está toda la historia de la región dividida por períodos históricos. "Esto tiene un guión súper cronológico que tiene que ver en cómo se forma el territorio, el proceso de formación de la tierra", cuenta.
Mientras observo unos fósiles que llaman mi atención, Fernando me sobresalta. "Acá está tu primo, don Coco", me dice. ¡¿Cómo?! En una vitrina, se puede ver el cráneo de un cocodrilo marino, de aproximadamente 181 millones de años. ¡Brígido!. Si uno quiere saber más de mi primo ultra-lejano, con un Tablet se escanea un código QR que permite verlo nadar.
Más allá, un robot Nomad, de los primeros que vinieron al Desierto de Atacama para experimentar cómo sería la vida en el planeta Marte, por ahí a finales de la década de los noventa. No pude resistirme: había que tomarse una foto. ¿Te imaginai, Don Coco en Marte?
Finalizamos el recorrido con Fernando en una sala especial aportada por la European Southern Observatory (ESO), donde se puede ver las estrellas y constelaciones. Estuve como una hora, pero siento que es muy poco rato. Hay muchas historias ahí dentro del museo, pero quedarán pendientes, lo prometo. J
l El Museo Ruinas de Huanchaca está abierto de martes a domingo, en la mañana desde las 10 hasta las 13 horas, y en la tarde desde las 14.30 hasta las 20 horas, por ser horario de verano. Todos pueden entrar al parque gratuitamente, pero entrar al museo cuesta $2.000 general, mil pesos para niños entre 6 y 16, y estudiantes también a mil pesos. Menores de 6 años, es gratis.
l Don Coco, el cocodrilo