Teatro "Pedro de la Barra"
Recibí la llamada de mi colega y amigo don Angel Lattus Vodanovic, gran discípulo del profesor de Castellano don Pedro de la Barra (Q.E.P.D.), fundador del teatro en nuestra ciudad y del teatro que funciona en la exescuela N°2, que lleva su nombre en gratitud a su esfuerzo que se mantuvo con sus discípulos: Mario Vernal Ariste y Teresa Duarte, ambos nos miran desde el cielo. ¡Pero el teatro sigue! y construirles una sede, un punto de reunión y un lugar con todas sus comodidades, como lo merecen nuestros actores locales, es un mérito archi ganado…son los cultores del teatro, que le dan vida a grandes obras, como buenos actores. Con la disciplina que les inculcó el maestro, que también desde el cielo los contempla.
Dura disciplina es ser actor, aun cuando las nuevas técnicas no los amarran a la antigua memorización de los diálogos donde el consueta era indispensable. Hoy tienen más libertad y más posibilidades de activar su recreación técnica, que los actores del Pedro de la Barra han asimilado para deleitar a los espectadores de una buena recreación digna de los mejores actores mundiales.
A propósito de la obra "Quebrada de los Sueños", debo felicitar al dramaturgo y al director que la hicieron posible, al equipo completo y al elenco de actores: Jorge González, Ximena Cancino, Vianni Díaz, Raúl Rocco, Joshe Pedraza, Cornelia Rocco y Gonzalo Véliz, quienes dieron vida a los personajes: tuerto, vieja fea, mojojojo, "Pacheco", juancho, Gabriela y José Pablo. Con un acierto ejemplar y una capacidad increíble de transmitir sus emociones a un público que con su silencio gozaba de una obra, tan hermosa que retrata el problema de la educación y la necesidad de tener escuelas al servicio de los más humildes y postergados, olvidando el mercantilismo, tan nefasto y cumpliendo a la letra lo que establece nuestra constitución política del Estado, y no como ocurrió con una población de más de 30.000 habitantes, como lo es la Pedro Aguirre Cerda, que además tenía un flujo de 13 poblaciones del sector norte.
Cuando conocí a don Pedro de La Barra, no me atreví a dedicarme al teatro como lo hicieron mis colegas, yo prefería seguir trabajando por la comunidad y en el deporte, de lo que no me arrepiento. Pero admiro la valentía de mis colegas, que incluso, renunciaron a ser profesores para dedicarse por completo al hermoso y envidiable arte de las tablas y que conlleva muchos sacrificios y productor de grandes satisfacciones. De allí que a través de estas líneas abogo por un edificio digno de la Escuela de Teatro Pedro de la Barra para orgullo de nuestra ciudad y para una mayor dignificación de nuestros artistas criollos que lo merecen con creces. Así como los sueños de Julio Verne se han ido haciendo realidad, el sueño de un edificio, reitero, con todas las comodidades posibles es un sueño que nuestras autoridades deben permitir a nuestros actores y cultores del teatro en nuestra ciudad.
Atentamente,
Jorge Raúl Díaz Pacheco
