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Querido viejo...

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"Yo lo vi llegar, y seguro que vos viste al tuyo también. No sé el tuyo, pero el mío venía en bicicleta.

Lo importante era que siempre venía, aunque en realidad siempre estaba. Debe haber sido por aquello de que los hombres no hemos sido educados emocionalmente que nuestras comunicaciones eran sobre fútbol, política o sobre algún acontecimiento que la "tele" nos tiraba a la hora del almuerzo.

Cosa rara... porque las pasiones suelen tener eso de "querer cada vez más" y en nuestro querido país el fútbol despierta pasiones.

Él era de Racing y yo de River, sin embargo cuando ambos equipos se enfrentaban yo veía su alegría cuando mi equipo ganaba... si hasta solía llamarme por teléfono para decirme "nene ganó River", y ahí yo me daba cuenta que no era una comunicación informativa sino una forma de iniciar un dialogo.

Así era mi viejo.

Cuando me fui a estudiar fuera de mi ciudad, y por eso de la juventud brotando por los poros, pasaba días sin llamarlos. Recuerdo un fin de semana que estando en la casa de ellos, mi vieja me dice "che, hijo, tenés que llamar más seguido a casa. El otro día encontré a tu padre lagrimeando y me dijo:

-Qué le pasará al nene que no nos llama seguido-

Pucha, viejo querido...

qué manera de quererme, qué manera de querernos.

Yo no sé cómo demostraba su amor tu viejo, pero sí sé cómo lo demostraba el mío.

Mate azucarado, a veces interminables ... ése era mi viejo.

Siempre atento... ése era mi viejo.

Siempre sonriendo con una broma a flor de piel... ése era mi viejo.

Un día de esos de mucho calor, fue mi hijo quien vino a decirme: "Papá, el nono tuvo un accidente". De allí en más fueron corridas... que el corazón, que el pulmón... ambulancias, clínicas, médicos y guardias a la espera del milagro.

El me vio nacer, yo lo vi morir.

Si hasta me dejaste el privilegio que fuera yo quien te cerrara los ojos.

Yo no sé qué se llevó tu mirada en ese último instante, pero casi de seguro que fue la imagen de tus nietos o de tu "amada vieja".

De chico, me enseñaste que las personas cuando mueren se van al cielo, o hacía alguna estrella...

Hoy de grande hasta me permito dudar de esa enseñanza, porque la verdad que no sé si estás en alguno de esos lados. Lo que sí sé es que estás en mi corazón... de eso no tengo dudas, por eso cuando hablo de vos se me hincha el pecho y hasta se me caen las lágrimas por no tenerte.

Gracias por todo viejo querido.

Muchas gracias.

Descansa en paz...tu camino sigue en tus hijos.

Aaah... ¿sabés qué viejo querido?, yo todavía sigo siendo de River, pero no tenés idea lo feliz que me pone ver ganar a Racing.

Por tantos mates azucarados y por tanto amor brindado... ¡feliz día, viejo querido!"

(Autor: Pedro Rodríguez)

Myriam Richards Madariaga

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