Ahora le toca jugar a la verdad
A veces, como en un partido de fútbol, a la verdad familiar le toca estar sentada en el banquillo de reserva, por décadas. Con el advenimiento del siglo XXI a mi vida de viejo jubilado, llegó a pararse frente a mi persona el ojo LCD de internet.
Crecí creyendo en todas aquellas cosas que las familias fabrican acerca de sus antecesores: por el lado galés de mi sangre, pensaba que era nieto de un padre "gringo", Celta de pura cepa, poco menos que con vínculos con el príncipe Carlos de Gales. Hasta que un día alguien me dijo, "has probado buscar a tus antecesores usando 'Family Search. org' de los Mormones?" Una mañana temprana, desperté del largo sueño de mis fantasías familiares, cuando allí, frente a mis ojos, tuve una copia del acta original del nacimiento de mi abuelo y sus hermanos, firmada por mi bisabuela. ¡Sorpresa! Mi abuelo había nacido en Chile y mi bisabuelo, que sí era "gringo", no había pertenecido a la realeza británica, como yo casi había llegado a creerlo, había sido un albañil en las minas de carbón de Lota.
Luego, comencé a indagar acerca del lado materno de mi padre: un par de hermanos franceses que llegaran a Chile a mediados del siglo XIX y, entre otras cosas, "fundaran" uno o dos puertos mineros, hicieran un gran "descubrimiento" mineralógico, y finalmente, uno de ellos falleciera en un pueblo precordillerano. El otro regresó a Francia a entregarle sus huesos a su país natal.
Indagando, crucé caminos con algunos descendientes directos de los dos hermanos galos.
Familiares, que con gran celo y, probablemente sin malas intenciones, mantenían el apellido y las tradiciones acerca del origen de la familia. Recuerdo que uno de ellos me informara que estábamos emparentados con un famoso general napoleónico, el general Guillaume Latrille, conde de Lorencez, cuyo nombre está inscrito en las paredes del Arco del Triunfo de París. Mis años de investigación, me han demostrado que nada tenemos que ver con el famoso general. Muchas otras fantasías surgieron, entre otras un busto de mi tatarabuelo en el medio de la plaza de un puerto minero, que viste la cabeza de uno de sus hijos.
Ha pasado una década y, parece mentira, gracias al internet, me he sacado el peso que una ilustre alcurnia ejercía sobre mis hombros y con gran felicidad y orgullo puedo escribir aquí, que por mi lado paterno soy bisnieto de un albañil galés y tataranieto de un francés Gascón nacido dentro de una familia de clase trabajadora de vidrieros y pintores. Esto me lo dice claramente una hoja de censo de la ciudad francesa donde él naciera, que también obtuviera a través del internet. Como lo decía mi madre, "la verdad aunque severa, es amiga verdadera". A lo que yo agregaría, "era hora que la verdad acerca de los orígenes de mi familia paterna, que siempre estuvo de reserva, gracias al internet, saliera del banquillo a jugar un partido completo".
Eduardo Owen Palma
hijo de Juan Valentín Owen Latrille (Q.E.P.D.)