Las aventuras del Black, el gatito guardia de construcción
H- saluda "La Estrella" cuando ingresa a la construcción del futuro centro urbano ("Puerto Nuevo") que se edifica junto al Mall Plaza Antofagasta, donde antes un terreno baldío daba espacio a los circos itinerantes que visitaban la capital regional. Don Eugenio Elgueta, profesión guardia, abre la pesada puerta corrediza que oculta el ajetreado trabajo de máquinas y obreros al resto del mundo.
-Buenas tardes-dice.
-¡Ahhh! ¡El Black!
Inmediatamente escucha su nombre, un gatito negro ataviado de su chaleco verde fosforescente sale a recibir a los extraños que perturban su atenta vigilancia. El Black, además de vivir en la caseta de vigilancia, es el único que pasa día y noche viendo cómo se construye el futuro edificio.
"Yo lo recibí", cuenta don Eugenio al recordar esos calurosos días de fines de febrero, cuando un tímido y pequeño gatito logró entrar por las rendijas de la construcción. Era chiquitito, no tenía más de siete u ocho días de vida, tan indefenso que cabía apenas en la palma de una mano. "Entre los guardias le dimos leche, y se hizo regalón de acá", explica.
Tan amigo de todos se hizo, que el Black recibió su primer chaleco reflectante de manos de la señora del aseo, convirtiéndose en uno más de los trabajadores del proyecto "Puerto Nuevo", edificio que tendrá un hotel, paseo peatonal, oficinas, un centro comercial y estacionamientos subterráneos, debiendo estar listo durante el segundo semestre del 2017.
A PURO GRILLO
Cuando lo conocemos, Black se hace el difícil para el lente de nuestro fotógrafo, pero después termina posando solo. Se le ve serio, elegante. Intimidante incluso. Quizá señal de que está trabajando, atento a que ningún intruso venga a meterse donde no debe. "El Black corretea polillas, comió hartos grillos en el verano, le gustan mucho", dice don Eugenio, uno de los varios cuidadores que protegen al gatito.
"A los perros se les engrifa y los perros se van. Ahí se quedan los perros, no entran, porque el Black les muestra los dientes", explica el guardia. Dentro de la caseta de seguridad, el gatito mantiene su residencia definitiva, una caja de cartón que él no suelta por nada. En eso, entra un camión mezclador de cemento. El Black lo mira pasar. Fijo.
-Hay varias personas que se lo quieren llevar, le agarran cariño, está bien ambientado con toda la gente. Llegó acá y se quedó acá. En la noche sale y anda dando vueltas- dice don Eugenio.
Hay un problema y se le nota en los ojos al Black: estamos en agosto, un mes donde los gatos sienten un deseo irrefrenable de aparearse. Sin embargo, la próxima semana ya tiene hora con el veterinario para castrarlo. No sabemos si al Black le han informado o no, pero don Eugenio tiene ciertos reparos con la decisión tomada en conjunto con el resto de trabajadores. "Yo quisiera que sintiera el placer alguna vez… y después lo castren", se ríe.
-No. Creo que hay una en el Hotel Antofagasta, pero no es seguro.
El Black vuelve a la conversación -ya estaba en ese momento paseando a lo lejos- para escuchar la voz de su amo. Parece que entendió lo del dato de la gatita en el Hotel Antofagasta, pero es horario de trabajo y no hay tiempo para frivolidades. Mientras no sea la hora de marcar la tarjeta de salida, la famosa felina del hotel tendrá que esperar, porque el Black ante todo es un profesional. J
¿Para qué va a gastar plata en un gato "de marca"? Todos los gatitos tienen derecho a cariño, y hay muchas agrupaciones en Facebook donde ubicar un gatito para darle amor. Por ejemplo, en "Gatos Abandonados Antofagasta".
Ignacio Araya Chanqueo