Don Coco, el cocodrilo

El viernes pasado, unos amigos me invitaron a carretear a Hornitos. Es lejos de Antofagasta (83 kilómetros al norte), pero el verano pasado fuimos a pasear a la playa y estuvo espectacular. "Vamos Coco, nosotros ponemos todo", dijo uno. Yo confiado fui así no más, a lo loco, sin carpa ni quitasol ni nada. Llegamos a mediodía, el sol estaba súper fuerte, y decidí tirarme un rato a mirar el mar.

Desperté como seis horas más tarde, con la luna ya arriba. El problema, es que mi verdosa piel se transformó en un extraño rojo oscuro. Estaba ardiendo, me había quedado dormido y por supuesto sin haberme puesto bloqueador solar como la gente. Por porfiado, en verdad.

Al otro día, cuando me echaba juguito de tomate en la piel -según mi mamá una excelente forma de combatir las quemaduras- encontré en las arenas de Hornitos un oasis. Hamacas, sillas, mesas y, por supuesto, sombrillas. Justo lo que había olvidado la tarde anterior.

El acampado es parte de "Simios Group", un emprendimiento de dos amigos de Mejillones que armaron en la mitad de la playa, donde uno podrá ir pronto a tomarse un juguito mirando el mar y escuchando a los Beach Boys. "Este es un lugar para disfrutar, relajarse y también muchas sombras", comenta Diego Montalván, uno de los socios del proyecto.

Mientras afinan los permisos con la municipalidad de esa comuna, Diego me cuenta que hasta se podrá hacer algo más bailable. O más romántico si se quiere, por ejemplo si desea invitar alguna chiquilla a ver la inmensidad del firmamento estelar, con el sonido de las olas, unas velitas y algo rico para picar. La cosa es que ya estará en marcha para el verano.

Le dije a Diego si me prestaba un ratito la hamaca, obviamente con fines periodísticos. Otra vez desperté de noche, pero esta vez andaba con mi bloqueador solar bajo la manga. Si a mí me la hacen una vez nomás.

83 km al norte de Antofagasta, está Hornitos, una playa ideal para el descanso.