Cartas
Nuestro pino de Navidad
Me quiero remontar a mis años de infancia cuando en vísperas de Navidad todos armaban en sus casas sus arbolitos de navideños. Nuestra madre se conseguía una hermosa rama de pino muy frondosa, la colocaba en un balde con arena y lo ponía entre dos bancas largas. Allí armábamos nuestro "pino de Navidad" con el natural aroma que se desprendía de aquella hermosa rama verde y olorosa. Recuerdo que en las puntas mi madre le ponía unas velitas con prensa para afirmarla y por las noches se encendían el momento justo y necesario. Aparte le colocábamos las correspondientes esferas de colores y sus guirnaldas. Cuando llegó el tiempo de armar mi propio árbol de Navidad, recuerdo que lo construimos de un palo grueso de escoba y las ramas fueron confeccionadas de fierro que se fueron intercalando para darle la forma de pino. Luego cortamos largas franjas de papel celofán verde cortado en tiras, y fuimos enrollando luego las frías ramas de fierro. Una vez terminada la obra creativa comenzábamos a adornarlo, ya las luces no eran velitas naturales sino juegos de luces intermitentes con caritas de pascueros y las esferas y guirnaldas eran más sofisticadas. Luego comenzaron a llegar los hijos, cambio de casa a la propia y nuevamente nuestra mente comenzó a idear un arbolito de Navidad y surgió usando la antigua base que teníamos y cada año conseguíamos pino natural y adornaba cada rama de estructura de fierro, amarrándola a los extremos hasta convertirse en un verdadero pino natural, expeliendo ese rico aroma a pino recién cortado, como el que acostumbramos a ver en tantos bosques del mundo. Por muchos años nos acompañó toda esta ceremonia en Navidad y lo que más persiste en mis recuerdos era los ojitos brillantes de mis hijos al verlo terminado y ese aroma inconfundible del pino que se esparcía por toda la casa durante el tiempo que duraba esta hermosa fiesta de amor alrededor del pesebre y en unión con la familia. Hoy las cosas y los tiempos han cambiado, sin embargo yo sigo añorando aquéllos, porque era cuando se confirmaban fuertemente en nuestras vidas, los afectos, valores y principios tan arraigados en el ser humano, y que hoy se han ido diluyendo en otros valores, otros afectos y otros tiempos. A todos mis seres queridos, familiares y amigos les deseo lo mejor de esta Navidad, que es el amor y los afectos que son los mejores regalos que uno puede atesorar. Lo demás viene envuelto en el papel de las añadiduras que el tiempo se encarga de desteñir y borrar. Que disfruten una buena y feliz Navidad junto al pesebre y su arbolito de pascua, y que el año que se aproxima llegue colmado de bendiciones y alegrías para ustedes y sus seres más queridos.
Myriam Richards M.
