Javier Andrónico Cangana
Imagínese trabajar durante casi 24 años en una minera privada antofagastina y de un momento a otro dejar su estabilidad laboral para dedicarse a la literatura.
Más o menos eso es lo que hizo Alejandro Terraza González (41), ingeniero industrial y quien por más de 20 años trabajó en faenas mineras y luego optó por dedicarse a su pasión: escribir, aunque reconoce que no fue "de un día para otro".
Calama y antofa
Alejandro nació en Calama en 1974 pero a los pocos meses su familia emigró a Antofagasta.
Acá estudió en la escuela básica D-68, "José Papic" y luego en el Liceo Industrial, donde se graduó de técnico en mecánica de máquinas y herramientas.
Apenas salió del establecimiento consiguió trabajo en una minera y comenzó su vida laboral. Pero hasta ese momento no tenía idea que dos décadas más tarde se dedicaría por completo a escribir.
Según cuenta Terraza, él comenzó a sentir afinidad hacia el arte cuando estaba en el liceo. "Tenía mucha habilidad para el dibujo pero nunca realicé estudios formales. Luego egresé y comencé a estudiar música (guitarra) de forma autodidacta y en algunos institutos, pero no terminé. Sin embargo, aquello sirvió para darme cuenta que no sólo me gustaba trabajar con metales fundidos, sino también el arte", afirma.
Alejandro explica que, más o menos en 2007 se dio cuenta que lo suyo era escribir y lo hacía en cada tiempo libre que tenía. "Era complejo porque las labores en faenas son extensas y además tengo una esposa y tres hijos". Pero no fue hasta fines del año pasado cuando decidió dejar su trabajo estable en una gran minera privada de la región para comenzar seriamente el trabajo de escritura y posterior publicación de su primera novela.
"¡buen viaje!"
Luego de mucho esfuerzo y escribir y reescribir, Alejandro Terraza terminó "¡Buen viaje!" y decidió enviarlo a cuatro editoriales. A todas les gustó pero finalmente "me decidí por 'Forja', ya que es la que me ofrecía más posibilidades de distribución".
Y así fue. Actualmente la primera novela de Terraza puede encontrarse en varias librerías -entre ellas "Antártica"- desde Arica a Punta Arenas y, para sorpresa del minero escritor, a pesar que lleva tres semanas en el mercado, "¡Buen viaje!" agotó todas las copias en Antofagasta.
"La primera tanda de ejemplares ya se acabaron y ha sido muy reconfortante para mí, ya que muchas personas me han comentado que les ha gustado la novela, especialmente la prosa, el tipo de narrativa y la ambientación", explica Alejandro quien define su estilo como "más cercano al realismo".
Para hacerse una idea de "¡Buen viaje!" basta leer la contratapa. "Calama, 1979. Aurelio y su hijo Ulises emprenden un viaje con la intención de empezar una nueva vida. Los acompaña José, que busca a su hijo desaparecido. Camino a Antofagasta, una patrulla militar controla el Ford en el que viajan. Los hechos que se desencadenan a partir de ese momento cambian el rumbo del viaje y el destino de los protagonistas".