La dupla goleadora de Manuel Ossandón y Rivera Letelier
¿Qué tienen en común una pintura de Manuel Ossandón y las obras de Hernán Rivera Letelier ? Dos personajes que convergen en un libro, en la historia del cuadro "El Fantasista".
Guillermo Ávila - La Estrella de Valparaíso
Sobre el lienzo de uno por dos metros se impone una paleta de colores amarillos, ocres y blancos. Las tonalidades, que salpican vitalidad hacia siluetas de extremidades alargadas, aluden a una clásica postal nortina: la brava pichanga de todos contra todos.
Y es que en la caliente arcilla de la Segunda Región, en esos interminables picados de fútbol donde el balón se disputa como bestia y los guapos pueden caer rendidos ante un escurridizo balazo, aquellos motivos afloran para que un artista emergente encuentre la inspiración. Su propia inspiración.
Como decía Camille Pissarro sobre su colega en las artes van Gogh: "Este hombre o se vuelve loco, o nos deja a todos atrás".
Así, cuando Manuel Ossandón, antofagastino de data y futbolero de corazón, observa por el retrovisor de la vida y divisa el árido entorno que ha dejado atrás, vislumbra cosas ganadas en la carretera: musas (en desnudos), exposiciones (Exordio, Cuadros de Cuadras y Rastros) y portadas en libros (10). Pero no para ilustrar a cualquier autor, sino a uno que ha trascendido en la literatura mundial: Hernán Rivera Letelier.
Y es que entre la aguda pluma novelesca de Rivera Letelier y el pincel expresionista con fuerte trazo a lo Guayasamín (y el cubismo Picasso) de Ossandón nace una conexión particular, una simbiosis nortina que comenzó con un título en común para ambos creadores: 'El Fantasista'.
Todo se originó a raíz de un proyecto Fondart que el pintor -cuyo cromatismo se inclina a los tonos oscuros- obtuvo a pulso .
Pero la amistad con el escritor se generó poco más atrás en el tiempo, en el mejor lugar del mundo para una tertulia de fondo -aparte de un bar-: el café de la esquina.
En la mesa, entre los negros y cortados, Ossandón dejó de lado la timidez y se lanzó, como un delantero en busca del gol, a una propuesta bien jugada. "Hablé con él si podía pintar su obra. Algunos abstractos. Me dijo 'ningún problema'. Así que me dio el permiso, una carta firmada y luego toda la cuestión".
De allí, Manuel tuvo que releer libros y, entre ellos, aquella novela estandarte de la narrativa chilena en los noventa: 'La reina Isabel cantaba rancheras' (1994). "Me acuerdo que hablaba de las pichangas: jugaban 50 contra 50. Había rencillas, caleta de muertos en el desierto (risas). Entonces pensé que podría hacer algo".
Justamente de algunos elementos peloteros de aquel libro nacería 'El Fantasista' (2006), un compendio que escanea al fútbol amateur bajo un hilo conductor: la rivalidad entre dos equipos de oficinas salitreras en decadencia al inicio del gobierno militar. "Entonces Rivera Letelier me pide que le haga esa portada", complementa Manuel, mientras echa un vistazo a su polera negra cargada a Pulp Fiction como primera piel en honor al cine de Tarantino.
Una vez que el además poeta nacido en Talca diera su visto bueno, Ossandón tuvo que sortear una segunda valla: la Editorial Alfaguara.
Ya en las oficinas del sello literario internacional, sus agentes quedaron encantados con la propuesta pictórica, que ya tenía confeccionada desde 2003. "Cortaron el extracto donde sale el personaje con la pelota deshilachada para ponerlo en la portada", añade el pintor.
En la obra literaria, Expedito González es el Fantasista (personaje principal y que sufría un tumor testicular), que llega a salvar a Coya Sur. Incluso le decían el Mesías. Lo insólito es que en Valparaíso existe otro 'Fantasista', uno real, que la mueve como un mago y viste de verde (Wanderers). También -en su momento- de rojo (selección chilena). Es el caturro David Pizarro.
Así, sin quererlo, se forja un rico nexo a tres bandos entre el imaginario de la pluma, el talento creativo del jugador y la obra al óleo. Todo redondeado, como el balón, en un nombre: 'El Fantasista'.
Tanto Rivera Letelier como Ossandón coinciden en que 'El Fantasista' podría ser, aunque no es propiamente tal, Pizarro.
¿Gol de Lennon?
Si se pudiese hacer una especie de paralelo con algún símil, existe otro enlace que se remonta a la lejana Inglaterra. Allí, un precoz John Lennon alucinó con una jugada que quedó en su retina en 1952 cuando ni soñaba con liderar la banda de pop rock más famosa de la historia.
El beatle plasmó en un dibujo una jugada de gol que tenía como protagonista al atacante chileno del Newcastle que en esa época la rompía en la isla: Jorge Robledo. Su cabezazo rumbo a la red, sirvió para que en 1974 Lennon sacara el bosquejo de un polvoriento cofre de los recuerdos para estampar la carátula de su álbum solista "Walls & Bridges".
Y esto sigue. La increíble historia del goleador chileno que fue dibujado por John Lennon fue descubierta por el beatlemaníaco Néstor Flores Fica, un escritor porteño autor de novelas policíacas como 'Cabeza de iguana' y 'Barcelona', eso mientras buscaba una imagen para ilustrar otro libro. Luego el eureka: comparó el álbum y la foto del dibujo.
Ese dibujo, 60 años después, cae como santo grial en un mix similar al aquí descrito.
En Curauma, reclinado sobre un blando sillón, Manuel Ossandón desgrana su propia pelotera al calor de su próxima faena: los mosaicos.
Y retoma: "Después de esa pintura, empezaron a llamarme de Alfaguara para que hiciese más portadas: creo que les realicé 10 en total. Algunas pinturas ya las tenía y otras las confeccioné de acuerdo a la temática. Pero siempre enfocadas a los libros de Hernán Rivera Letelier". Destacan: 'Los trenes se van al purgatorio', 'La contadora de películas' y 'Santa María de las flores negras'.
Desde el norte
Para aquel asocial literato que en su niñez vendiera diarios, alimentara su creación en cines y se aventurase con mochila al hombro a zonas fronterizas para convertirse, según sus propias palabras, en el mejor escritor del mundo, Rivera Letelier necesitaba un socio, alguien de su fibra en el arte.
Y en ese café de la esquina en Antofagasta, todo fluyó. "Él quería participar en un Fondart. Entonces lo apoyé. Hizo un total de 20 cuadros realmente maravillosos", nos corrobora Rivera Letelier al otro lado de la línea.
"De esos, había uno que me cautivó al tiro. Allí vi la portada para mi próximo libro: El Fantasista", añade el escritor quien de inmediato dio las referencias a su sello Alfaguara.
De hecho, el resultado fue tan bueno, que la dupla Rivera Letelier - Ossandón es mancuerna en Alfaguara. "Considero que es de los grandes pintores actuales del norte. Para mí, uno de los mejores", sostiene rotundo el Caballero de la Orden de las Artes y Letras en Francia y ganador del Premio Alfaguara de Novela (2010).
"Me encanta la visión de arte de Manuel. Evoca las pampas del desierto, las violentas pichangas, la verdadera tierra nortina", reflexiona quien hoy está de cabeza en su próxima entrega, "ya en las pruebas finales de imprenta", nos confirma Hernán Rivera Letelier, incluso con título: "La muerte tiene olor a Pachulí", que forma parte de una trilogía de novelas policiales ambientada en la inspiradora Antofagasta.
A valpo
Hace unos meses, Manuel Ossandón se jugó sus cartas por seguir el camino que ha decidido tomar. Ya antes -en 2008- estuvo durante tres semanas en Nueva York donde expuso cuatro obras abocadas a su norte querido. "Bonita experiencia. Esto me permitió exponer otros cuadros en Argentina y Brasil. Lo de Nueva York me hizo perder el miedo a estar solo en otra ciudad".
Así, el artista arriba a Valparaíso, en busca de un reto: consolidarse y recrear todo el entorno pintoresco de la Ciudad Puerto. "A los 16 años vine por primera vez. Llegué mochileando hasta Puertas Negras. Me emocionan las calles, sus recovecos, los cerros, la bohemia... Valparaíso tiene en su plan un pedazo de Manhattan, carátulas de Pink Floyd. Es alucinante esta ciudad".
A sus 42 años, para el también diseñador gráfico y profesor en universidades y colegios, acota estar en una etapa más ilustrativa e incluso minimalista.
Ahora, frente a nosotros, lo que venimos a contemplar: 'El Fantasista'. "Este cuadro que ven es de mi hermano -el periodista Pepe Ossandón- y él no lo vende. Se lo obsequié en su matrimonio".
Paul Klee, el reconocido pintor alemán, cuyo estilo navegó entre el surrealismo, la abstracción y el expresionismo, quería ser visto así: "Soy incomprensible del lado de acá. Vivo igual de bien entre los muertos que los no-nacidos. Algo más cerca del corazón de la creación".
El artista suele estar ocupado hablando de sí mismo, de su tragedia o éxitos; del ego o la derrota. A veces, la incomprensión.
Por eso, artistas de vocación y no pose como Manuel Ossandón, hay que seguirles la pista, directo al marco .