Ignacio Araya Chanqueo
Calama está conmocionada con lo que parece ser el asalto del siglo: el 9 de marzo, desaparecen 45 millones de pesos de la sucursal Chuquicamata del Banco del Estado. De pasada, también se pierden Guillermo Martínez y Sergio Yáñez, agente y cajero del banco.
La primera hipótesis es obvia. Los funcionarios habrían arrancado con la plata y se evaporaron en el desierto. "De una cosa tengo absoluta certeza. Sergio no es cómplice ni autor de ese cuantioso delito. Él salió a cerrar la bóveda y no volvió más", decía a "La Estrella" Hortensia Rosalía, esposa del cajero de Chuqui. Tenía razón: a ambos funcionarios los mataron el mismo 9 de marzo y luego los dinamitaron en pleno desierto, en el camino entre Calama y Chiu Chiu.
El caso se aclara meses después, cuando la policía detiene a un tipo que intentaba cruzar la frontera hacia Perú. Era Eduardo Villanueva Márquez, profesión agente de la siniestra Central Nacional de Informaciones (CNI). Hace tiempo le seguían el paso: el sujeto se lucía gastando plata en locales nocturnos de Calama, los garzones se peleaban sus propinas y, además, regalaba poncheras de pisco a las orquestas para que le tocasen "El rey".
Ya preso, Villanueva hace caer a su compinche, Gabriel Hernández Anderson, también CNI. Ambos confiesan que el móvil del robo era financiar a la agencia, que pasaba por problemas de caja para sus operaciones de represión. Por esos mismos días, desaparece en Arica su jefe, el mayor Juan Delmás. El 15 de junio, Delmás aparece "suicidado" dentro de un taxi.
Los criminales confiesan. Antes del 9 de marzo, ya habían hablado con Martínez y Yáñez para estar atentos ante un operativo que se haría para evitar que los "extremistas" asaltaran el banco. Hernández les advirtió que no conversaran con nadie. "Porque todo tenía que ser muy natural, como si el que realmente atacaba era un grupo extremista. Así lo hizo y participaron en este simulacro", narró después el CNI.
Sin embargo, cuando llegaron a un "paredón de roca" cerca de Chiu Chiu, hicieron bajar a ambos funcionarios del banco, les dispararon en la nuca y luego les amarraron cartuchos de dinamita en diversas partes de su cuerpo.
La ciudad no puede creer los detalles de la cruel acción de los asesinos. Muchos piden la pena de muerte, pero la autoridad se resiste. Mucha plata desapareció y jamás pudo ser encontrada. Se dice que la que apareció estaba oculta en cajones de manzana.
Sobre la suerte de los prisioneros, recién se sabe en 1982. Será un trágico fin de la historia.