Cartas
Reflexión
Señor director:
A continuación le dejo una reflexión:
"¿Qué ven ustedes enfermeras? ¿Que ven? ¿Qué piensan cuando me ven?
Un viejo testarudo, no muy listo.
Con actitudes raras y mirada distante. Al que la comida se le cae de la boca y jamás responde.
Al que le dicen en alto: "Al menos podrías intentarlo". Que parece no darse cuenta de las cosas que hacen
Y que todo el tiempo extravía algo. ¿Una media o un zapato?
Que, resistiéndose o no, les deja hacer. Que ocupa sus largos días con el baño o la comida.
¿Eso es lo que piensan? ¿Lo que ven? Bueno, entonces abran los ojos enfermeras, ustedes no me ven.
Les diré quién soy ahora que estoy sentado haciendo lo que me ordenan y comiendo cuando me lo piden.
Soy un niño de 10 años, con padre y madre, hermanos y hermanas que se aman.
Un chico de 16 años con alas en los pies, que sueña con encontrar el amor.
Un novio con 20, con mucho corazón. Que recuerda las promesas que realizó.
Que con 25 ya tiene sus propios hijos, a los que ha de cuidar y dar un hogar.
Un hombre de 30, cuyos hijos crecen rápido. Unidos todos con los lazos que han de durar.
Con 40, mis niños han crecido y se han marchado, pero mi esposa está conmigo para ver que no entristezco.
Con 50 vuelvo a sostener un bebé
Volvemos a conocer a niños, mi amor y yo.
Días penosos sobre mí, mi mujer ha muerto. Miro al futuro y me estremezco. Mis hijos tienen sus propios hijos. Y pienso en el tiempo y el amor que conocí.
Yo ahora soy un anciano. La naturaleza es terrible. Me río de mis años como un idiota. Mi cuerpo decae. Gracia y vitalidad se despiden.
Ahora solo queda una roca, donde estaba mi corazón, pero en esta vieja carcaza aún vive un hombre joven.
Y mi arruinado corazón se hincha.
Recuero las alegrías, recuerdo las tristezas. Y vivo y amo, todos los días.
Pienso en todos los años, tan pocos y se esfumaron tan rápido. Acepto el hecho de que nada puede quedar.
Así que abran los ojos. Abran y observen. Nada de viejo testarudo. Miren más de cerca ¡Mírenme a mí!"
Myriam Richards Madariaga