Cartas
Navidad
Señor director:
Nuevamente estamos en vísperas de finalizar un año más de nuestra vida y trabajando en el Adviento que nos habla de la "espera".
Rauda se acerca esa fiesta tan emotiva e importante para todo los seres humanos: Navidad. A la vez, nos damos cuenta cómo las personas se afanan y desesperan por comprar y conseguir los regalos y adornos más caros, de moda.
Cómo las personas corren, sin mirar a nadie, se atollan, empujan, se disgustan por los tacos vehiculares, por largas y lentas esperas. En fin, es una víspera esperada pero alocada.
Y me pregunto ¿dónde cabe el amor, la caridad, la solidaridad, la tolerancia, el afecto, la paciencia, los derechos de los demás? Esos, son los mejores regalos que podemos compartir y no cuestan más que sólo amor y comprensión. En que todos queremos lo mejor para nuestras familias.
¿Por qué las personas andan tan malhumoradas cuando se acercan estas fiestas? Se gritan, discuten y pelean con quienes osen ponerse por delante de sus objetivos.
Luego, llega esa noche tan ansiada, esperada en el Adviento, pero es para dar una cena opípara y con sigilo abrir el objeto de su fiesta: el tan deseado regalo en menos que canta el gallo y luego, terminar cansados, agotados y lo peor de todo, endeudados.
¿Y el amor y la verdadera razón por la que se reúne la familia cristiana y celebramos? Cada año que pasa es menos invitado a los hogares, cada año es reemplazado por árboles navideños más recargados, casas más iluminadas y mesas opíparamente arregladas. Pero, no nos acompaña el principal motivador de esta fiesta, nuestro importante invitado: Jesús.
Creo que a Él le agradaría una mesa más simple, pensando en los muchos hogares que esa noche ni siquiera tendrán o podrán celebrar. Pienso que la Navidad debe ser para una reunión familiar en torno a un grande y hermoso pesebre, bendecido con una oración de gracias, con un árbol de Navidad, los regalos para los pequeños de la casa y un sobrio chocolate, galletas y pan de pascua y con invitados de algún hogar de niños o adolescentes en riesgo o abuelitos solos, abandonados, en donde reine el amor y la amistad.
Todo lo demás es material, viene, pasa y se deja atrás. En cambio la unión familiar debe ser con nuestros seres queridos, una Navidad cada día del año y no solo parte de una noche.
Myriam Richards Madariaga