Cartas
Padre Berríos
Señor director:
Leyendo el reportaje muy adecuado y acertado al mundo que estamos viviendo relacionado con la labor del sacerdote jesuita Felipe Berríos, en la ciudad de Antofagasta, la intensa reflexión llega fuerte y emotiva.
Ejemplar es cómo un sacerdote instalándose en medio de un campamento que hace tres años fue arrasado por un incendio, logra con amor y dedicación cambiar de actitud frente a la vida a muchas familias de inmigrantes y al mismo tiempo dar ejemplo a todos los sacerdotes que ése es el camino... empaparse, confundirse en medio de la pobreza que viven muchas familias que llegan buscando apoyo y mejor calidad de vida.
Nuestra actitud de hermanos frente a "este prójimo" es la de apoyar, ayudar en la medida de nuestras capacidades y no excluir ni criticar. Qué ejemplo de vida y trabajo ha dado el sacerdote jesuita para todos sus congéneres. Tiene razón en lo que dice a cómo tratamos a los diferentes inmigrantes que llegan a nuestro país según su nacionalidad. Es nuestra verdad y sería ciego aquel que no lo reconozca. Siempre denigramos por celos, egoísmo, egocentrismo y lo primordial por esas ansias de consumismo que nos empaña la mente y el corazón y no nos deja ver lo que es esencial a los ojos.
Tiene tanta verdad cuando dice que debemos todos, no solamente los sacerdotes, acercarnos al "Jesús de los Evangelios, el mismo que comía y compartía con los excluidos". Qué gran verdad dice si "todos los sacerdotes se atendieran en un hospital público o vivieran en un campamento, (y yo agregaría, tuvieran a cargo un campamento), la gente mirará lo que hoy no ve... Jesús, el Hijo de Dios que nació en un pesebre pobre y humilde".
Claro que hoy nos hace falta a todos volver a la esencia del Evangelio. Es el verdadero camino. Ojalá todos los sacerdotes de Chile reflexionaran acerca de este ejemplo de vida, cambiarían el mundo de la Iglesia por uno más real y acorde con la vida diaria.
Myriam Richards Madariaga
Generación dorada y oxidada
Estamos preocupados por la "renovación de figuras" en dos ámbitos.
En el fútbol por sus grandes triunfos y copas de la "Generación dorada", y en la política por sus desaguisados corruptos, cohecho, nepotismo, colusión y abuso de influencias de la "Generación oxidada". Mientras la primera nos trae alegrías, la segunda mejor ni acordarse.
Luis Enrique Soler Milla
