Raúl Pinto, vecino del sector centro, llegó a la redacción de este diario molesto por el largo rato que debió pasar esperando para que un médico revisara la celulitis orbitaria en la cuenca del ojo derecho, que lo tenía con visión parcial. El problema pasó el pasado 10 de enero, cuando el vecino fue al consultorio Centro Sur a que le revisaran el ojo. El doctor, cuenta, lo mandó al Hospital Regional.

"Me hicieron los exámenes del pulso, me dijeron 'espere a la pasada, lo vamos a llamar' y pasaron siete horas", cuenta don Raúl. Aburrido, fue a reclamar a la OIRS del Hospital y se terminó yendo a la casa de tanta espera. "Uno sabe que si va a emergencias no va a salir hasta el otro día", reclama.

Consultados en el Hospital por este diario, el centro asistencial indicó que efectivamente don Raúl fue ese día a las 11.10 horas y fue categorizado como C3 (dependiendo de cuán urgente es el problema, se prioriza a los pacientes C1 y C2, es decir, con riesgo vital). "El paciente posteriormente fue llamado, pero no esperó la atención, no estaba presente", cuenta el comunicado enviado desde el Hospital, agregando que no hizo reclamo formal de atención (OIRS)

Asimismo, ese día comenzó la marcha blanca del Documento de Atención de Urgencia (DAU) Electrónico, lo que causó algunas demoras en la atención en esa jornada. También se realizó un llamado para que los usuarios acudan a la OIRS para sus reclamos. El día 12 don Raúl volvió a ir, se le dio el alta y quedó con sus citaciones a controles médicos en policlínico. Finalmente y a través de este diario, el vecino agradeció la atención del Hospital.

Javier Andrónico Cangana

Patricio Rodríguez tiene 42 años y desde el 2001 empezó a perder gradualmente la visión hasta que el 2015 fue diagnosticado como no vidente.

Sin embargo, desde joven su pasión fue la atención de público y por lo tanto trabajó en un sinnúmero de puestos similares. "Fui vendedor, trabajé como dependiente de varias disqueras, y en diversas fuentes de soda tanto de aquí (Antofagasta) como de Santiago", cuenta.

Pero fue en 2001 cuando Patricio decide regresar de la capital hasta la Perla del Norte, ya que poco a poco y debido a un virus, comenzó a perder la visión.

Cuando su capacidad de ver era prácticamente nula, en 2010, Patricio Rodríguez se inscribió en un curso de masoterapia que organizó el Servicio Nacional de la Discapacidad (Senadis) para perfeccionar algo que ya hacía con sus familiares y amigos: masajes.

"Luego de un mes y medio finalicé el curso y me recibí como masoterapeuta y decidí dedicarme a esto, que me gusta mucho porque uno conoce a gran cantidad de personas", explica.

De la casa a la playa

Luego de finalizar el taller, Rodríguez empezó a trabajar haciendo masajes en su domicilio, pero hace tres veranos que tomó contacto con Yasna Collao, concesionaria de Playa Paraíso y ya forma parte del paisaje de dicho balneario con un stand donde tiene sus implementos para realizar todos los tipos de masajes.

"Adquirí conocimientos para hacer masajes con piedras calientes, sauna, desintoxicación y reductivos. Sin embargo, los que más me solicitan en la playa son los masajes exprés", cuenta el vecino.

Rodríguez explica que este tipo de masajes tiene un costo de cuatro mil pesos y dura alrededor de 15 minutos y, en los días de semana, tiene una afluencia un poco baja de público, unas tres personas diarias. Sin embargo, los fines de semana es su fuerte.

"Los sábados y domingos puedo atender fácilmente a 10 o 15 personas con diversos tipos de masajes", expresa el masoterapeuta no vidente, quien asegura que luego de perder su visión desarrolló más sus sentidos auditivo y sobre todo su tacto.

Patricio está todos los días con su stand "Patrick Masajes" en Playa Paraíso. Además, sigue atendiendo en su casa y puede contactarlo llamando al 975193128.

Hasta 15 personas diarias ha atendido Patricio en su stand en la Playa Paraíso.

javier.andronico@estrellanorte.cl