El azaroso camino para clasificar a
"Se jugó como nunca, se perdió como siempre". Así titulaba la nota del enviado especial de la Revista Estadio al Torneo Juventudes de América, que en agosto de 1975 se jugó en Lima.
Recuerdo, como si fuese ayer, el título, que patentó ese día Edgardo Marín, y que muchos hemos usado.
Había ilusiones con esa Selección juvenil (no existían las categorías sub, en ese entonces). Era un muy buen equipo dirigido por Orlando Aravena, con jugadores que llegaron al alto nivel como Oscar Wirth, Gustavo Moscoso, Juan Soto, René Serrano, entre otros. En esos tiempos, el torneo se jugaba en una sola sede, bajo el sistema todos contra todos. Fueron seis los presentes en Lima. Chile ganó en el arranque a Brasil, Perú y Argentina.
Los tres, con la valla invicta. En el cuarto partido, empate sin goles frente a Uruguay.
Y llegó el partido final.
Había que ganar al colista Bolivia, para ser campeones. Sin goles terminaron los 90 minutos y, como Uruguay nos alcanzó, fue necesario ir a un partido de definición (teníamos mejor diferencia de goles, pero no se aplicaba esa regla).
El Nacional de Lima fue testigo de una nueva frustración. Caímos por penales, tras empatar a un gol. Fue nuestra mejor participación histórica en el Juventudes de América, desde que en 1954 se organizó por vez primera.
En ese tiempo, se jugaba por el honor y el trofeo. No había premios en efectivo, ni clasificaciones a mundiales que recién comenzaron en 1979, cuando Argentina -con Maradona a la cabeza-, levantó el trofeo en Japón, tras derrotar a la Unión Soviética.
La tabla histórica no nos deja muy bien en estos torneos. En las 27 versiones, lo más importante fue ese segundo lugar en Lima. Luego, un tercer puesto en Bolivia, en 1995. Le siguen seis cuartos lugares -los 4 últimos nos clasificaron al Mundial Sub 20- y el resto fuera de tabla.
Ahora, en la sierra ecuatoriana, empezamos a transitar nuevamente por el azaroso camino de clasificar al Mundial de Corea del Sur.
La altura puede ser un rival, en un grupo que en el papel es muy parejo. Enfrentaremos a Brasil -el país que más mundiales juveniles ha ganado-, Colombia, Paraguay, y a los locales. La creencia popular dice que hay que intentar sumar cuatro puntos en los dos primeros partidos.
Así, entras a jugar sin la presión obligatoria de ganar los dos últimos, pues clasifican a segunda fase, en cada grupo, tres de los cinco participantes. Y ahí, los cuatro primeros llegan al Mundial.
Tarea nada fácil. La historia dice que hemos jugado 149 partidos en el certamen. con 49 victorias y 70 derrotas; 218 goles a favor y 251 en contra.
En la Selección Nacional, la bandera del con más experiencia la tiene Jeisson Vargas, surgido en Universidad Católica, hoy en Estudiantes de la Plata de Argentina. Súmele a Francisco Sierralta, quien junto a Richard Paredes, tuvieron una destacada participación con Palestino en la Copa Sudamericana y de Víctor Dávila, que juega en Huachipato y es uno más de la dinastía de los iquiqueños Dávila en el fútbol.
Todos ellos con interesante experiencia en Primera División, lo que debiera ayudarles a enfrentar mejor el desafío.
Anoche, cuando esta columna estaba próxima a ir a prensa, debutaban frente a Brasil en un campeonato que, los hinchas chilenos pudieron seguir por radio y televisión.
Como en el 75, cuando las radios nos informaban y Marín inmortalizó una frase que ha servido tantas veces para ilustrar, con dolorosa precisión, nuestras frustraciones deportivas.
*Ex presidente de la ANFP y presidente de la fundación Ganamos Todos, dedicada a conectar el deporte con el desarrollo de las personas, aportando a la prevención de la vida sedentaria y el sobrepeso, a través de la práctica deportiva. / www.ganamostodos.cl"
"En la Selección Nacional, la bandera del con más experiencia la tiene Jeisson Vargas (...). Súmele a Francisco Sierralta"."