Cartas
La Estrella
Cambia el país, cambian las tecnologías y obviamente cambian nuestros lectores. La Estrella en sus 51 años ha sido testigo de incontables acontecimientos que ha llevado a las manos de quienes no solo se entretienen e informan, también han crecido con nosotros. Por eso es que en el aniversario de este medio destaco al lector, al anónimo por quien cada día reporteamos con el más profundo cariño.
Uno muy especial para quien escribe estas palabras es Humberto, un nortino sencillo con tantos misterios y contradicciones como cualquiera de nosotros, que por décadas trabajó y vivió en un pequeño taller de calle México con Bellavista, barrio histórico de la enorme familia de trabajadores del ferrocarril, de la cual él también fue parte.
Por esos callejones, hogar de miles de vecinos que hoy se desempeñan en todas las áreas de la sociedad, creció y vivió este padre y abuelo que quizás usted vio muchas veces a través de la ventana de la micro, caminando temprano al kiosko, a paso lento, con su gorrito, chaleco y jeans. Como fiel reflejo de nuestra sociedad a menudo criticamos el actuar de quienes deben protegernos, así como aplaudimos a los que nos hacen vibrar con sus triunfos, pero pocas veces nos tomamos un segundo para pensar en aquello que supera al acontecer. La verdad sea dicha, el trabajo de todos quienes desconocemos, tanto los nacidos en esta tierra como quienes llegaron, es infinitamente más significativo que la obra de a quienes se les reconoce como "personalidades".
Los que han defendido lo nuevo y lo viejo, levantándose con la misión de servir sin importar que un periodista nunca los haya destacado, aquellos que como Humberto ayudaron a construir esta gran ciudad sin recibir nunca un reconocimiento de las autoridades, ellos, son nada menos que los mejores representantes de nuestra Perla. A quienes han empezado o no su día con La Estrella, quienes no esperan más que un pronto retorno a su hogar para compartir un té con sus seres queridos, a ustedes, muchas gracias.
Son el motivo por el cual los que hacemos este diario nos reunimos en cada pauta matutina. A todos los Humbertos que no conocemos, nuestro más profundo reconocimiento por su inagotable labor. Les decimos, aún 51 años después, este es su diario. El diario de mi tío "Tito", nacido, criado y malcriado en esta tierra, quien ya descansa en el único lugar donde todos los antofagastinos seremos por fin iguales.
Con eterno amor a Humberto Tapia Alvanez, a quien en el cumpleaños de La Estrella de Antofagasta saludamos y agradecemos por su inquebrantable confianza.
Andre Malebrán Tapia, periodista
y su orgulloso sobrino
